Edicion octubre 4, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

LA CONFIANZA QUE SUPERA LA INQUIETUD

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Pastor ICBF Riohacha - Robinson Mejía Iguarán
Pastor ICBF Riohacha – Robinson Mejía Iguarán

27. “Yo soy Jehová, Dios de todo ser viviente, ¿acaso hay algo que sea difícil para mí?”.

Jeremías 32.

En la aflicción, debemos orar al Todopoderoso y poner nuestros ojos en Él. Después de comprar la heredad de Hanameel, Jeremías se lamenta ante Dios, porque sabe de la inminente destrucción de Jerusalén. Dios es el creador de los cielos y la tierra; con Su gran poder y Su brazo extendido sacó a Israel de Egipto y lo guió a Canaán, tierra en la que fluye leche y miel.

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No obstante, Israel se olvidó de la gracia divina, desobedeció a Su Palabra, y fue destruido y entregado en manos de los caldeos. El poder de Dios no disminuyó desde el éxodo egipcio. Él escudriña el camino de todos los hombres y les da el pago según sus obras. La bendición del Todopoderoso es para aquel que ha obedecido a Su Palabra y ha cumplido Su pacto.

Toda gloria y alabanza es para nuestro Dios; Él es el único digno. El principal motivo de la caída de Israel ante los caldeos fue la idolatría. Los israelitas se inclinaron ante ídolos como lo hacían ante Dios; pasando por fuego y ofreciendo a sus hijos como sacrificio a dioses paganos. El pueblo, el rey, los príncipes, los sacerdotes y los profetas provocaron la ira de Dios con su maldad. La historia de Israel da fe de la constante rebelión del pueblo contra Su Creador.

Por eso, Jeremías anticipa la purificación de la inmundicia del pueblo, a través del cautiverio en Babilonia. Dios pregunta a Jeremías: “¿acaso hay algo que sea difícil para mí?” (v. 27). Aunque Dios castiga el pecado de Israel, dispone Su poder para concederle una gracia mayor a la del éxodo egipcio y promete restaurar todas las cosas.

A pesar de que Judá y Jerusalén se encuentran ante la inminente destrucción, el fin del sufrimiento será el comienzo de la esperanza. Si bien la compra de un terreno cuando el país será destruido es inentendible, esta representa la promesa de salvación y restauración de Judá en el futuro.

Jeremías ora inquieto ante la incomprensible orden y su fe en Dios. No obstante, Su plan para el pueblo del pacto trasciende el juicio y el castigo, pues Su propósito último es la restauración. Por lo tanto, cuando no comprendamos la realidad o la Palabra, debemos orar y buscar la voluntad de Dios, pues Él revelará Su plan secreto y nos guiará hacia el camino de la paz y la esperanza.

Ante la incertidumbre entre la Palabra y la realidad, debemos confiar en Dios y orar. Dios les guarde.

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