
Tras esa pose de hombre de poder, de ser considerado por muchos como el mejor rector que ha tenido la Universidad de La Guajira desde su creación, de consolidar alrededor suyo una aceptación en todos los rincones del departamento como hombre de bien, se esconde un carácter recio, cumplidor de sus compromisos, pero sobre todo un ser humano con alma de familia, que antepone el amor y la consideración por los suyos por encima de cualquier investidura.
El rector de corazón noble
Kloy no deja de ser un buen amigo, serio y sincero cuando de cumplir la palabra se trata, como buen guajiro. Cientos son los testimonios de quienes, en momentos difíciles, han recibido su mano amiga. No solo en lo laboral o lo económico, donde con frecuencia respalda a sus cercanos, sino también en lo personal. Robles se ha convertido en referente de apoyo para resolver problemas políticos, laborales, familiares o de amistad. Su liderazgo trasciende el cargo: es un liderazgo de confianza.
Kloy, el de espíritu joven
Es común verlo interactuar con estudiantes en la universidad, caminar entre ellos con la misma frescura de un primíparo. Goza de la vida universitaria, comparte, ríe y escucha. Su reconocimiento y cariño provienen tanto de los administrativos como de los alumnos, incluso de los jóvenes que apenas sueñan con llegar a la Uniguajira desde los colegios. Kloy se rejuvenece en ese contacto directo, porque en el fondo nunca ha dejado de ser un soñador.

Kloy, el carismático
Más allá de la firmeza que exige su cargo, quien lo trata de cerca descubre a un hombre afable, conciliador y respetuoso. Nunca humilla, nunca destruye, nunca pasa por encima de nadie. Es un hombre de confrontación cuando toca, pero a la vez decoroso y gestor de paz. De sus amigos solo se escuchan exaltaciones, porque detrás del rector está el ser humano que inspira afecto.
Kloy, el buen jefe
En su papel de rector ha tenido que ser drástico cuando la justicia lo ha demandado, pero lo ha hecho sin perder el sentido de humanidad. Sus colaboradores resaltan que valora la amistad y la consideración, cualidades que lo diferencian. Sus desaciertos, como los de cualquier ser humano, se ven superados por una sensibilidad que lo impulsa a desprenderse de lo suyo para ayudar incluso a desconocidos.
Kloy, el dicharachero
Como buen guajiro, disfruta de las reuniones y las parrandas. Allí, con su carisma característico, abraza, atiende y complace a quienes lo rodean. Es hombre de buen comer y buen beber, de esos que honran la tradición cultural de esta tierra sin sentir vergüenza de mostrar su alegría.
Kloy no es un hombre bajado de la estratósfera; es un humano, y como tal merece el respeto y la consideración de un pueblo que lo ha visto consolidar a la Universidad de La Guajira en un ente competente, formador de profesionales y motor de desarrollo para nuestra región.
Lo único “malo” que ha hecho es demostrar que sí se puede transformar instituciones con compromiso, liderazgo y humanidad.
Ojalá a nuestra universidad y a nuestra política lleguen más “Kloys”.
Amanecerá y veremos.