Edicion noviembre 14, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

Guajira News, más allá del discurso: le apuesta a los guajiros que sí están transformando su tierra

Guajira News, más allá del discurso: le apuesta a los guajiros que sí están transformando su tierra
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Columnista - Adaulfo Manjarrés Mejía
Columnista – Adaulfo Manjarrés Mejía

En La Guajira, el ruido político es constante: promesas que se reciclan, órdenes por redes como X y titulares que giran alrededor del poder. Pero existe otra Guajira, una que no busca reflectores ni encuestas de favorabilidad, construida a diario por sus hijos con dignidad, convicción y sin espectáculo.

Mientras las grandes decisiones se atascan entre protocolos y presupuestos, hay docentes, líderes comunitarios, músicos, promotores culturales e instituciones locales haciendo el trabajo real: educar, formar, sembrar identidad y exigir transparencia, ellos representan el verdadero rostro del cambio.

Lo institucional parece funcionar mejor en papel que en territorio, basta recordar la Semana Presidencial de 2023, cuando se prometieron hospitales, universidades indígenas, plantas desalinizadoras, pistas aéreas y energía solar, una lista extensa que, dos años después, aún permanece entre la expectativa y la frustración.

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Más allá del rezago material, preocupa el simbolismo. Recientemente, el presidente Gustavo Petro publicó un video celebrando la supuesta construcción de un puente en La Guajira que resultó ser un monumento en Estados Unidos, el error fue corregido, pero dejó al descubierto una verdad incómoda, el país mira a La Guajira con confusión superficial como si el departamento fuera apenas un decorado de promesas, no un territorio que exige respeto, coherencia y compromiso sostenido.

Mientras los titulares de la prensa nacional se enfocan en un perro perdido en Bogotá, como si eso mereciera más atención que lo que ocurre en esta esquina del país, aquí, con recursos limitados y lejos del ruido mediático, muchos guajiros están actuando con lucidez sobre lo que el territorio necesita. Educadores étnicos están adaptando los PEI y PEC a las realidades culturales de sus pueblos, especialmente mediante el SEIP. Ministerios y bandas católicas enseñan música como disciplina, colectividad y orgullo cultural conectando generaciones desde lo espiritual. Como hormiguitas, fundaciones culturales trabajan en la creación de propuestas que fortalecen la identidad territorial desde lo simbólico y lo institucional. También se avivan comités ciudadanos que vigilan la ejecución presupuestal, exigen cumplimiento contractual y promueven transparencia desde lo técnico. Estas acciones no buscan protagonismo político, sino que son manifestaciones de amor propio, convicción territorial y ciudadanía activa, sin esperar soluciones mágicas ni salvadores externos.

No se habla más de estas iniciativas porque no generan escándalo, porque el ruido mediático favorece el conflicto antes que la construcción, porque la institucionalidad muchas veces prefiere invertir en fortalecer su imagen antes que visibilizar lo que realmente transforma vidas. Pero lo que La Guajira necesita es otra narrativa, una que reconozca lo que se está haciendo bien, que no se conforme con la crítica política sino que se convierta en altavoz de la transformación silenciosa.

En este punto, Guajira News cobra un valor especial. Con constancia y esfuerzo, este medio se ha convertido en un puente entre lo institucional y lo comunitario, desde su directora hasta sus colaboradores, han demostrado que el periodismo regional puede ir más allá del boletín. Se meten al corazón del territorio, visibilizan lo que sí funciona, aunque no tenga patrocinio, y le dan voz a quienes construyen sin depender de escándalos. Muestran a las escuelas que enseñan desde la ancestralidad, a los proyectos que construyen ciudadanía desde abajo y a los líderes que prefieren sembrar en vez de quejarse y lo hacen sin perder la oportunidad de poner en el radar a quienes también deben rendir cuentas.

El periodismo puede ser motor de cambio si se atreve a narrar no solo la verdad incómoda, sino también la esperanza que ya existe, no se trata de negar los problemas; hay hambre, abandono, corrupción y fracturas sociales que no deben seguir normalizándose, pero también hay propuestas, tejido social, creatividad y convicción, hay una Guajira que existe en la sombra, construyendo sin ruido, esperando ser reconocida.

Quizás lo que se necesita no es otro puente simbólico, sino uno real, el que una instituciones con territorio, el que conecte al gobierno con sus comunidades, el que convierta al periodismo en aliado y no en espectador, como apuesta válida está esta casa editorial, al pie del cañón. Porque más allá del discurso, hay guajiros y empresas  que sí están transformando su tierra.

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