Edicion marzo 18, 2025
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Entre título académico y experiencia laboral, prevalece el saber

Entre título académico y experiencia laboral, prevalece el saber
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Columnista - Martín Barros Choles
Columnista – Martín Nicolás Barros Choles

Los títulos académicos son acreditaciones profesionales y técnicas de las distintas profesiones, aprobadas y autorizadas por el Ministerio de Educación, a solicitud de claustros universitarios, para formación y preparación en asignaturas catedráticas programadas, en diferentes carreras y periodos de estudio, durante términos no inferiores a cinco años, para reconocer el derecho a título académico básico y otros superiores, como especializaciones, maestrías, magíster, doctorados, etc. Los cuales sirven para clasificar y posicionar preferencias, beneficios y altas remuneraciones laborales y servicios burocráticos y contractuales en concursos de mérito.

El título universitario es un principio de habilitación para iniciar el ejercicio de la carrera profesional. Cuando terminamos estudios académicos, apenas tenemos nociones e ideas superficiales del aprendizaje literal-teórico, que deben ser complementadas con prácticas, no solo de pasantías, sino de exploración e investigaciones presenciales de contenidos, mediante observaciones, análisis y reflexión; para ser racionales, críticos y sistemáticos sobre lo normativo, histórico y universal; fundamentado en objetividad, imparcialidad, moralidad, ética y lógica del saber palpable.

Las acumulaciones de títulos profesionales en cabeza de determinadas personas, utilizadas en competencias o aspiraciones de cargos públicos, no siempre acreditan calidad, aun cuando estén condicionadas a exigencia de requisitos (títulos), desplazando o subutilizando las experiencias de otros en favor propio, desconociendo personas aspirantes con tradición de antecedentes positivos y efectivos, pero que no ostentan título universitario de especialización, mientras que un aprendiz, que ha dedicado más de 10 años a estudiar de manera continua y teórica, ignora el terreno que debe pisar, arar y producir; conjuntamente con las prácticas de acciones y operaciones eficientes, que no se logran fácilmente por sumar cantidad de títulos.

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Entre título académico y experiencia laboral, prevalece el saber

Exhibir y hacer mención de títulos de alta gama, que aún no germinan, pero mortifican, genera comportamientos indecentes, groseros y gestosos; negando muchas cosas, sin alusión a fundamentaciones de soportes técnicos y sustanciales, ocultando la incapacidad que los afecta en direcciones, coordinaciones y manejo de trabajos; restringiendo la dinámica de servicios, acosando o persiguiendo subalternos de manera caprichosa y temeraria. Viven negando muchas cosas por ignorancia y facilismo de incapaces, generando traumatismos y perjuicios.

El saber no es motivo para abusar e irrespetar, con comportamientos anormales que rayan con las buenas costumbres, la armonía, la cordialidad y el respeto; por alteraciones explosivas, emotivas y repudiables, degenerando el ambiente servicial, originadas por falta de relaciones humanas y educación sobre administración y manejo direccional en la prestación de servicios.

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Menospreciar y minimizar la experiencia por cartones que certifican especializaciones y demás categorías de títulos, sin ni siquiera asimilarla en la práctica laboral, ni tener antecedentes de resultados positivos que superen la efectividad comparativa, es injusto, tedioso e improductivo.

Es un craso y fatal error que a diario cometen en concursos de méritos, donde muchas veces se desmerita a los que saben, despreciando la experiencia, inteligencia empírica y valores de calidad por ostentaciones aparentes, que no dan la talla esperada, por inconsistencias selectivas y carencias informativas, que impulsen mejoras en la continuidad operativa con cambios superiores en los servicios. Es de mal gusto que profesionales con más de 20 años de servicios y experiencia sean calificados como profesionales universitarios, limitando y desmejorando salarios u honorarios, superados por quienes no acreditan experiencia, sino cartones académicos.

Los títulos académicos se han convertido en todo un gran negocio de financiación universitaria. Proliferan numerosas ofertas de programas en distintas especializaciones para percibir ingresos especiales, a precios no muy baratos, pero quienes los pagan y asisten a cátedras programadas tienen el reconocimiento del título, sin una debida evaluación. Muchos incurren en la vanidad de matricularse en diferentes especializaciones para adquirir una colección de títulos, utilizados para concursar en cargos burocráticos.

Las especializaciones deben ser más técnicas que teóricas, por las transformaciones y novedades en innovaciones y emprendimientos. Lo teórico se aprende con información, análisis e interpretaciones perceptivas y objetivas, conforme al dialecto o lenguaje de cada profesión, para efecto de comprensión y entendimiento, que caracteriza a las carreras profesionales. No es lo mismo una especialización en derecho que en medicina, agronomía, biología o de variadas ingenierías, para profundizar conocimientos particularizados en manejos técnicos.

Ha faltado en las entidades académicas conceder título profesional de especialización convalidado por experiencia, formalizada de manera probatoria con certificaciones y resultados positivos en ejercicio profesional de determinadas áreas específicas, durante un término no inferior a cinco años en adelante; complementado con entrevistas y prácticas de pruebas relacionadas con el conocimiento teórico y práctico, para de esa forma calificar a profesionales con experiencia no especializada y que puedan participar en equidad e igualdad de derechos frente a profesionales que acreditan múltiples títulos sin certificaciones de historia laboral y servicio profesional, pero que superan a los profesionales con experiencia sin especialización titulada.

Las vinculaciones laborales, la escala de clasificación, las remuneraciones y el ascenso están supeditados y beneficiados con la acreditación de títulos de especialización, por estar establecidos como requisito en normas legales, ignorando la valoración de la experiencia, lo que implica no tener los mejores servidores públicos en poderes, autoridades e instituciones. Es necesario que, a través de congresistas, se impulse la presentación de un proyecto de ley para que se valore y valide la especialización por experiencia, reconociéndole título académico especial, con el fin de equilibrar los desajustes que se generan entre profesionales con títulos básicos y de especialización, sin experiencia.

El saber es el contacto con la realidad, para distinguirla y entenderla en su aprendizaje y conocimiento lógico, adquiridos mediante información asimilada, analizada y amparada en la experiencia, para comprender, manejar, discernir, percibir, descifrar e instruir; acciones indispensables para el desarrollo y emprendimiento de cualquier actividad: económica, política, comercial, periodística, deportiva, cultural, social, etc.

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