
Cerramos 2025 con la alegría de diciembre, con luces, música y encuentros familiares que nos llenan de esperanza. Pero mientras celebramos, no podemos olvidar que el próximo año será decisivo para La Guajira y para Colombia: 2026 es año electoral. Elegiremos senadores, representantes a la Cámara y, nada menos, que al presidente de la República. No exagero cuando digo que estas elecciones marcarán el rumbo de nuestro departamento para los próximos años.
Por eso, hoy les invito a reflexionar. No se trata solo de votar; se trata de elegir con responsabilidad, de mirar a cada aspirante con lupa, de preguntarnos quiénes tienen la capacidad, la preparación y la honestidad para asumir la enorme responsabilidad de legislar y gobernar en beneficio de la gente. Porque, seamos sinceros, abundan los candidatos que no merecen nuestra confianza.
En La Guajira conocemos bien el panorama: aspirantes investigados por órganos de control con expedientes judiciales abiertos y que todos sabemos que son ladrones, que apenas saben leer y escribir pero no saben razonar en beneficio del pueblo. ¿De verdad vamos a seguir entregando nuestro futuro a quienes solo buscan enriquecerse? ¿Vamos a permitir que la política siga siendo un negocio para unos pocos y no un instrumento de desarrollo para todos?
Y no olvidemos a las golondrinas electorales: esos candidatos foráneos que solo aparecen en época de elecciones, que no conocen nuestra tierra ni nuestras necesidades, que vienen a pescar votos y luego desaparecen. ¿Cómo confiar en alguien que no ha vivido nuestras realidades, que no ha sentido el sol de la Alta Guajira ni ha escuchado el clamor de nuestras comunidades? La Guajira necesita congresistas que la conozcan, que la amen y que estén dispuestos a trabajar por ella, no por intereses personales.
En cuanto a la presidencia, el panorama no es menos complejo. Hay candidatos que pescan en río revuelto, que apelan a las emociones y buscan que la gente vote con rabia, con resentimiento, sin pensar en las consecuencias. Y después, cuando ya tienen el poder, sacan las uñas y muestran su verdadero rostro. No podemos caer en esa trampa. El voto con rabia nunca ha traído soluciones; solo ha traído más división y más problemas.
Por eso, mi invitación es clara: los guajiros tenemos derecho a disfrutar estas fiestas con tranquilidad, compartiendo la felicidad con amigos y familiares, pero también tenemos el deber de elegir a los mejores. No podemos dejar que la emoción del momento nos haga olvidar la responsabilidad que tenemos como ciudadanos. El futuro de La Guajira está en nuestras manos, y no podemos fallar.
¿Cómo hacerlo? Primero, informémonos. Leamos, escuchemos, preguntemos. No nos quedemos con el discurso bonito ni con la promesa fácil. Averigüemos quiénes son, qué han hecho, cuál es su trayectoria. Segundo, pensemos en el bien común. No en el favor personal, no en el contrato, no en la dádiva. Pensemos en lo que necesita La Guajira: educación, salud, empleo, seguridad, desarrollo sostenible. Tercero, rechacemos la corrupción. No votemos por quienes han demostrado que solo saben robar. No premiemos la mediocridad ni la trampa.
Este es el momento de demostrar que La Guajira puede cambiar. Que no estamos condenados a repetir la historia. Que podemos elegir líderes honestos, preparados y comprometidos. Que podemos decirle no a la politiquería y sí a la verdadera política: la que se hace para servir, no para servirse.
No es fácil. Sé que hay presiones e intereses, hay quienes quieren que todo siga igual. Pero también sé que los guajiros somos gente fuerte, valiente y capaz de tomar decisiones correctas. Lo hemos demostrado en otras ocasiones, y podemos hacerlo de nuevo.
Así que, mientras disfrutamos de diciembre, hagamos un pacto: que la alegría de estas fiestas sea también la fuerza para elegir bien en 2026. Que cada brindis sea un compromiso con el futuro. Que cada abrazo sea una promesa de responsabilidad. Porque La Guajira merece más. Merece desarrollo, merece oportunidades, merece líderes que la respeten y la defiendan.
No dejemos que nos engañen los discursos vacíos ni las emociones pasajeras. No dejemos que nos roben la esperanza. El poder está en nuestras manos, y depende de nosotros usarlo bien. Elegir bien no es un lujo; es una obligación. Y es la única manera de construir la Guajira que soñamos.
Que la paz y la alegría nos acompañen, y que el próximo año nos encuentre unidos, informados y listos para tomar la mejor decisión. ¡Felices fiestas!
Y como dijo el filósofo de La Junta: “Se las dejo ahí…” @LColmenaresR








