Edicion noviembre 14, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

EL SIERVO QUE OBEDECE CON EL PERDÓN Y LA LEALTAD

EL SIERVO QUE OBEDECE CON EL PERDÓN Y LA LEALTAD
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Pastor ICBF Riohacha - Robinson Mejía Iguarán
Pastor ICBF Riohacha – Robinson Mejía Iguarán

10. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: “Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos”. Lucas 17.

No quedará impune el que ha sido tropezadero para el débil en la fe. No solamente debemos abstenernos de hacer cosas perjudiciales a otros, sino que debemos dar un buen ejemplo de vida. Además, debemos ayudar a nuestros hermanos a volverse de sus pecados. Si alguno se arrepintiera de sus faltas y nos pidiera perdón, debemos perdonarle cuantas veces sea necesario. No podemos negar a nadie el perdón, ya que fuimos perdonados primero, sin ser merecedores de tanta gracia.

El perdón se basa en la confianza y en la fe. Los discípulos piden al Señor que aumente su fe para ser hacedores de la Palabra; y el Maestro les enseña sobre el grano de mostaza. Esta semilla simboliza una fe íntegra, pura y genuina. Nada justifica la falta de perdón, porque si nuestra fe es como un granito de mostaza, podemos perdonar. La fe hace posible lo imposible, y podemos decirle a un sicómoro que se desarraigue y se plante en el mar.

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Se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel (1 Co. 4:2). Jesús citó la historia de los siervos inútiles para definir la vida de un discípulo. Los discípulos del Señor deben recordar que son siervos inútiles, y servir al prójimo. Deben ser fieles y obedientes, además de servir sin esperar retribución a cambio. Esto es posible solamente si mantenemos vivo el agradecimiento y el gozo de la salvación.

Todas las comunidades tienen el problema del tropiezo y de no poder perdonarse. La vida del discípulo se debe regir en torno a la determinación y la obediencia día a día. Es importante que el discípulo sepa valorar todas las almas y vigilar sus pies para que no tropiecen.

También debe perdonar las faltas de los demás y bendecirlos; y tener siempre una actitud obediente ante la Palabra. Además, tiene que ser capaz de llevar todo a cabo con lealtad y aun así confesar: ”Siervo inútil soy, hice lo que había que hacer”. Aunque parezca que esta tierra no recordará todo el esfuerzo de uno, Dios si se acordará de toda la devoción, y tiene preparada una recompensa celestial.

La vida del discípulo se trata de apreciar las almas, perdonar y ser un siervo fiel. Dios les guarde.

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