El proyecto Sirius-2, ubicado en La Guajira, representa más que una oportunidad energética: es un termómetro del compromiso del país con la justicia social, la sostenibilidad y el respeto por las comunidades. Sin embargo, no basta con producir gas; el verdadero reto es transformar realidades.
Para que Sirius-2 no sea otro ejemplo de riqueza extraída y pobreza local perpetuada, es urgente garantizar una distribución equitativa de los beneficios. No puede ser que las comunidades sigan sin agua potable mientras se exporta gas para abastecer ciudades distantes o mercados extranjeros. El desarrollo energético solo será legítimo si primero genera empleo digno, inversión social tangible y acceso a servicios esenciales para los habitantes de la región.
Asimismo, consultar no es suficiente si se convierte en un trámite. La participación de las comunidades debe ser vinculante y respetuosa de sus tiempos y culturas. Escuchar significa adaptar, corregir, cambiar el rumbo si es necesario. De lo contrario, se siembra desconfianza y se repite el ciclo de conflicto que ha marcado históricamente a La Guajira.
Por otro lado, el compromiso ambiental no puede quedar en los papeles. Los estándares deben cumplirse con rigurosidad, sin excepciones ni atajos. Proteger los ecosistemas guajiros es proteger también los modos de vida ancestrales que dependen de ellos.
Finalmente, debemos cambiar la lógica de extraer para exportar. El gas debe ser palanca para el desarrollo humano: energizar escuelas, dinamizar emprendimientos locales, mejorar la infraestructura básica. No es un fin, es un medio.
Más allá del gas, Sirius-2 debe ser recordado como el proyecto que transformó positivamente a La Guajira. el gas no puede ser solo un producto de exportación. Debe ser un motor de desarrollo local. ¿Cómo es posible que una región rica en recursos tenga comunidades sin luz ni agua? Sirius-2 debe representar un punto de quiebre, una nueva forma de entender el desarrollo: inclusivo, sostenible y justo.
Si el Estado y las empresas entienden esto, Sirius-2 podría ser una oportunidad para construir un nuevo pacto con La Guajira. Si no, será solo otro capítulo más en la larga historia de la riqueza que pasa por el territorio sin quedarse en él.
