DAVID DESPRECIA A DIOS
9. “Por qué, pues, has tenido en poco la palabra de Jehová, y hecho lo malo delante de sus ojos? A Urías, el heteo, lo mataste a espada y tomaste a su esposa como mujer. Sí, a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón. 2 Samuel 12.
Dios espera que nosotros nos arrepintamos del pecado, y para esto, usa varios métodos. Había pasado mucho tiempo desde que había pecado David, cuando Dios envía al profeta Natán. El profeta, en lugar de mencionar y señalar sus pecados, le cuenta la historia de una persona para que él se diera cuenta por sí mismo de sus pecados. El hombre rico que tenía muchas ovejas y vacas le quita la única corderita del hombre pobre para alimentar a sus convidados.
Luego de escuchar la historia, David juzga que el hombre rico merece la muerte y debe retribuir pagando cuatro veces más por la corderita que le había quitado. Sin darse cuenta, había sentenciado la muerte para sí mismo, por haber cometido adulterio y homicidio. Dios usa varios canales para que nosotros podamos comprender que hemos pecado.
El principal pecado de David fue haber menospreciado la Palabra de Dios. Tener en poco Su Palabra es tener en poco a Dios mismo. Natán señala que las obras del hombre rico que David había condenado, eran las obras que David mismo había cometido. Dios lo había salvado de las manos de Saúl, lo había hecho rey y había puesto en sus manos todas las cosas. Pero David había tomado en poco Su Palabra, cometiendo adulterio y homicidio.
Si bien David había pecado en secreto, Dios lo juzgará por sus pecados delante de todo Israel. Al escuchar las palabras de Natán, David se arrepiente inmediatamente, y recibe el perdón de Dios. Pero sufre grandemente, como consecuencia del pecado cometido. Cuando respetamos la Palabra de Dios y la guardamos, agradamos el corazón de Dios y gozaremos de Su bendición.
El pecado no se soluciona con confesarnos y arrepentirnos. Sin embargo, quien lo cometió debe ser responsable de las consecuencias. Por ejemplo, si cometo un pecado por el cual debo ir preso, por más de que me confiese y reciba el perdón de Dios, debo soportar el dolor de separarme de mi familia e ir a la cárcel. Saber cuál es el precio del pecado, es la única manera de mantenernos alejados de él. La vida de David nos muestra claramente el precio del pecado y la gracia de Dios que recibe quien no lo merece.
Las personas interpretan el pecado ética o legalmente. No obstante, para Dios es despreciar Su gracia y humillarlo. El creyente que fue salvado del pozo del pecado debe agradecer esa gracia y no reincidir. El fiel vive en temor y honra a Dios quien es justo. Dios les guarde.