
Hoy estaría cumpliendo 68 años el más grande cantautor vallenato que ha parido La Guajira, el mismo que nos recuerda su llegada a este mundo cantando: “Ay, el 26 de mayo, nació un niñito en el año 57…”. Y allá, en La Junta, fue bautizado con el nombre de Diomedes Dionisio Díaz Maestre, conocido artísticamente como el “Cacique de La Junta”. Su excepcional talento brilló a lo largo de su vida, tal como lo reflejó en su canción “26 de mayo”.
Su fanaticada honrará su memoria escuchando su música y cantando sus canciones. Mientras exista un solo admirador de Diomedes, su legado artístico perdurará en la mente y el corazón de quienes amamos el auténtico vallenato: esa música parrandera que celebra a la mujer y canta a la vida, el amor y la amistad. Sus canciones trascienden generaciones, perpetuándose su obra musical en el tiempo. La poesía y la emoción pura de sus canciones conmueven, emocionan o entristecen, disfrutándose independientemente del estado de ánimo, por quienes aprecian la fuerza de sus versos.
No conocí personalmente a Diomedes Díaz (me hubiera gustado), pero he investigado su historia de vida. De joven, escuché por primera vez “Cristina Isabel”, la canción dedicada a una monteriana que me cautivó y que gustó tanto a mis paisanos de Córdoba, pues su musa es una bella morena de mi tierra. En 1997 llegué a La Guajira por casualidad, pero desde hacía mucho tiempo era seguidor de la música de Diomedes y conocía su origen en el pueblo de La Junta.
Conocí de la faceta humana del genio musical a través de su paisano y mi amigo Javier Gámez (†) y del compositor Marciano Martínez. Ambos lo describieron como un hombre humilde, simpático y carismático, con un don innato para conectar con la gente. Joaco Guillén lo recuerda como amigo fiel en las buenas y las malas, sencillo, leal y servicial; un tipo feliz que, a pesar de la fama y la fortuna, no perdió su autenticidad. Le gustaba comer el plato típico guajiro (el friche) de pie y con la mano, en la cocina. No cargaba dinero, pero estaba presto a ayudar a quien necesitara para una fórmula médica, pagar un servicio o comprar una lista escolar. Dicen que en el aeropuerto de Valledupar repartía un millón de pesos entre maleteros, vendedores y taxistas. Ese era Diomedes, en esencia, un hombre noble y de gran corazón.

Considerado el máximo exponente de la música vallenata, con ventas sin precedentes, cada nuevo lanzamiento discográfico suyo era apoteósico en Valledupar. Colaboró con destacados acordeoneros como Náfer Durán, Elberto “El Debe” López, “Colacho” Mendoza, “Cocha” Molina, Juancho Rois, Iván Zuleta (actual Rey Vallenato), Franco Arguelles, Juancho de la Espriella y Alvarito López, su compañero musical en sus últimos años. Su prolífica carrera musical incluye numerosos éxitos como “Tres Canciones” (la ventana marroncita), “Cristina Isabel”, “Sin Medir Distancia”, “Bonita”, “Volvamos”, “Mi Muchacho”, “Tú Eres la Reina”, “El Chanchullito”, “Para mi fanaticada”, “Cariñito de mi vida” (grabada por Rafael Orozco), “Título de Amor”, “Mi ahijado”, “La Juntera”, “Brindo con el alma”, “Cantando”, “Tu serenata” y “La Plata” (adaptación de una canción de Calixto Ochoa). Esta es solo una pequeña muestra de su extensa discografía.
El talento innato de Diomedes para componer, su singular voz, su repentismo para versear, su estilo inconfundible y carisma escénico lo consagraron como un verdadero “monstruo musical”, idolatrado por una fanaticada a la que le dedicó la canción “Para mi fanaticada”. La conjunción de estas cualidades, raramente reunidas en un solo artista, explica la grandeza del “Cacique de la Junta”, quien con orgullo afirmaba: “Como Diomedes no nace otro igual, y si nace no se cría, y si se cría se vuelve loco”.
Su indiscutible talento musical se vio, lamentablemente, eclipsado por problemas de su vida privada a raíz de la trágica muerte de su admiradora Doris Adriana Niño, y de salud por la enfermedad de Guillain-Barré. A pesar de eso, no fue superado por ningún otro artista de su género.
Partió de este mundo a las estrellas, un 22 de diciembre de 2013, dejándonos la huella de un legado musical que perdurará en la memoria de sus incondicionales fanáticos, quienes hoy, 26 de mayo, le recordamos con gratitud por su invaluable aporte a la música vallenata.
Para honrar su memoria, aquí les dejo una estrofa de esta bella poesía musical:
“Cuando uno siente que la vida pasa, es tarde para muchas cosas ya / Cuánto duele un cariño así del alma, al comprender que la amo y si no está. Cuando vuelva a enamorarme, he de recordarme que, contigo, fui muy descuidado al quererte, porque creí que siempre serías para mí” (A un cariño del alma).
Y aquel que no me conoció, mucho gusto en conocerle. Me llamo Diomedes Díaz y viví en La Junta, mi pueblo. ¡Se las dejo ahí!
¡Grande, Cacique! Feliz cumpleaños.