Edicion noviembre 23, 2024
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Codicias y avaricias, originan: riquezas y conflictos

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Columnista – Martín Nicolás Barros Choles

Las codicias y avaricias son fuentes generadoras, en sociedades y comunidades. Existen desde la creación humana, su accionar es el de perseguir, pisotear, humillar, apropiar, abarcar y envidiar; a sus semejantes, con conductas y costumbres, devastadoras e hirientes, en diferentes formas de convivencia.

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La codicia, es un deseo extremo, que sobrepasa límites de tolerancias, en personas por afán de superioridad, que impulsa algunos individuos, a quererlo todos, aunque estén sobrados, en saldos bancarios, patrimonios, activos y valores económicos; que no los llenan, por ambición de tener todo a su favor y exaltar ostentación.

“El que mucha abarca, poco aprieta”, las cargas de bienes y títulos de valores esclavizan, en lo relacionado a manejos, cuidados y controles de propiedad privada; por motivos de seguridad, que no dejan de atormentar y amargar la vida, alejándose de los suyos. Los codiciosos no comulgan, con generosidad, humildad y bienestar de los demás; sin ninguna razón de ser.

En la biblia se calificó la codicia, como un pecado no venial, San Agustín de Aquino, la definía: “la negación de las cosas eternas por el bien de las cosas mundanas”. Es un amor desmesurado o descontrolado que enloquece, con apropiaciones de bienes materiales, que lo ubiquen y posesionen sobre los demás, como un ser supremo, para satisfacer: caprichos, pretensiones y antojos, que poca felicidad generan

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El deseo de codiciosos es la avaricia, ignorando que lo material, que en la tierra se adquieren, aquí en la tierra se queda, cuando nos toca viajar al más allá a la eternidad. El codicioso se caracteriza por la voracidad de intereses; complementada con oportunidades propicias, para engañar, intimidar y explotar necesidades; que arrojan jugosas ganancias, apoyado en prácticas de egoísmo.

El codicioso no se llena, entre más tiene, más quieren, de ahí, las concentraciones de riquezas en el mundo, en manos y poder de unos pocos, equivalente al 1 x 1000, de los afortunados habitantes, existente en la tierra, donde mas de 6000 millones de personas, viven en estado de pobreza extremas, en tres continentes, Asia, África y América.

La avaricia está implícitamente ligada a la codicia, de ella se desprende factores, nocivos y tóxicos, generadores de deslealtad y traición deliberada, en procura de beneficios personales, sin medir circunstancias, ni consecuencias, de las formas y medios, para lograr beneficios exitosos a como dé lugar. Los monopolios, exclusividades en negocios, concesiones, especulaciones, piratería, agiotismos, paga diario o gota-gota etc. Son unas de las tantas practicas codiciosas, que circulan y rigen, por costumbres y tradiciones, en nuestros medio social-comunitarios, protegido por sistemas, políticos administrativos.

El codicioso es un individuo peligroso para la sociedad, se torna egoísta, negando apoyo, a causas y obras, humanitarias. No dan puntadas sin dedal, sufren de envidias, aun cuando los tengan todo. No quieren ver progreso en los demás y viven humillando, a los pobres que nada tienen, utilizándolos por necesidad, como esclavos, sirvientes o trabajadores mal remunerados, amedrantado y amenazado.

Al codicioso nacional, internacional o personal asimílenlo, como un “diablo” con ambiciones, de dueño, amo y señor, que opera con intenciones perversa y maligna, de enriquecerse a toda costa, por las buenas o por las malas. El predominio económico, el uso de fuerzas, corrupción y armas; hinchan orgullos enfermizos e irritables a los codiciosos; que pierden los sentidos reflexivos, manteniéndose: inquietos, alterado, preocupado y mortificados, por lo más mínimos. Vulnerables e insensibles, por picársela de intocable, en uso y disponibilidad del poder económico, que lo caracteriza y mantiene elevados en las nubes. Muchos naciones imperiales codiciosas, son provocadoras de conflictos internos e insinuaciones de guerras, como viene ocurriendo en muchas naciones, Rusia, Ucrania, Siria, Irán, Palestina e Israel entre otras, por que generan utilidad y ganancias, a las industrias militares de EE.UU, Europa, Rusia o China.

La codicia abunda por todas partes, en la sociedad, iglesias católicas y cristianas, que predican, pero no practican, en comerciantes, agricultores, políticos, financistas, negocios, organizaciones criminales al margen de la ley etc. El codicioso le satisface: riqueza, avaricia, vanidad, terror y dominio territorial; que ejercen a estilo dictaduras, limitando de manera abusivas, libertades personales fundamentales, condicionadas a restricciones y obediencias forzosas, sin contradicciones y con aberraciones, para intimidar y generar miedo, en la gente.

Los codiciosos, son celosos y desconfiados, se aíslan y marginan, del calor y afecto humano, en el círculo familiar y amistosos. Cada día quieren inflarse más el apetito ambicioso, solo están pendiente, al movimiento y cuidados de sus riquezas, con propósitos extensivos que los inflan hasta explotar, destruirse y esparcirse, en pedazos inservibles en el aire, que vuelven por gravedad al suelo, porque “la ambición rompe el saco”

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