Edicion abril 29, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

Carta abierta a los papás que tercerizaron la educación de sus hijos

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Columnista – Adaulfo Manjarrés Mejía

Queridos padres tercerizadores:

Les escribo desde lo más profundo de un salón de clases vacío, donde alguna vez sonaron risas, sueños y preguntas curiosas.

Hoy solo suena el eco de “¿y el transporte?”, “¿y la lonchera?”, “¿y el kit escolar?”

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Parece que ser papá ahora se maneja como los servicios de Uber: usted paga (o a veces ni eso) y espera que le entreguen el producto —dígase niño, pelaito, chamaco o como le quiera decir— limpio, educado, alimentado, vestido y, ojalá, bilingüe.

¿Útiles escolares? Esperan que se los dé la alcaldía.

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¿Almuerzo? Que lo sirva el PAE.

¿Transporte? Que lo pague el Estado.

¿Tareas? Que las haga la profesora, porque en casa están muy ocupados subiendo videos de perritos bailando.

Eso sí: plata para carnavales sí hay. Tiempo para parrandear los fines de semana también. La fiesta no se perdona, pero la reunión de padres, esa sí la dejan para “después, profe, cuando tenga tiempo”.

Y hablando de tiempo, ¿sabía usted que un latinoamericano promedio pasa casi 3 horas y media al día en redes sociales? Eso son más de 24 horas a la semana. O sea, mientras sus hijos preguntan por ayuda para una tarea, usted está ocupadísimo viendo qué challenge nuevo inventaron en TikTok.

Qué diferencia de aquellos tiempos en que los padres no preguntaban “¿qué me dan?” sino “¿qué necesita mi hijo?”. Ahora la pregunta es: “¿Qué me toca a mí?” Y si la respuesta incluye más que una firma en una planilla, arman más show que un influencer sin internet. Me pregunto: ¿será que en algún momento aparecerá un programa de “educación emocional”, “valores familiares” y “sentido común” subsidiado? Porque eso sí hace falta.

Una vez escuché en una reunión a un padre de un adolescente que cursaba 9:

“Profe, si no me dan transporte, mi muchacho no va. Además, ¿para qué si igual después consigue trabajo con alguien?” Y se me partió el corazón. Porque criar a un hijo no es criarlo para “ver qué sale”. Es levantarlo para que sea.

Curiosamente, los papás que sí acompañan, que sí luchan, que sí preguntan con amor, son aquellos cuyos hijos enfrentan retos más duros: niños con discapacidades, barreras, carencias. Ellos no tercerizan el amor, ni la responsabilidad. Pero como el presupuesto no alcanza para todos, esos padres valientes terminan pagando las consecuencias del desgano ajeno.

A ustedes, padres tercerizadores, les dejo una última reflexión:

Cuando su hijo crezca, no le pida que lo cuide “porque usted lo crió”.

Él sabrá —y recordará— si en realidad estuvo allí o si todo lo que hizo fue subcontratar su futuro.

Con cariño,

Un testigo cansado, pero aún esperanzado, de que algún día… apaguen el celular y enciendan el corazón.

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