Edicion febrero 24, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

A disfrutar la cultura del carnaval

A disfrutar la cultura del carnaval
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Columnista - Martín Barros Choles
Columnista – Martín Nicolás Barros Choles

El carnaval es una celebración antiquísima, de tradición popular, que tuvo lugar por impulso de la Iglesia Católica en Roma, extendiéndose inicialmente a Grecia y Egipto. Después, llegó a Europa, América y África. En ella se honra a Baco, dios de la embriaguez etílica. La palabra carnaval se origina del latín Carne-vale, que significa “adiós a la carne”, es decir, sacudirse de todos los malestares que atormentan, acorralan, mortifican y bloquean mentes, movilidad y visualidad, en colinas y laberintos oscuros, pantanosos y espinosos.

Las interpretaciones religiosas del término carnaval son contradictorias. Existen referencias sobre transformaciones, revestimiento o inversión simbólica y ritual de la realidad. Las fiestas carnestolendas están satanizadas por sectas religiosas, que consideran el derroche de adrenalina como un comportamiento mundano e inmoral.

El diablo es una figura imaginaria e inexistente, creada por religiones para infundir temor y atrapar incautos, sometiéndolos a dominios que coartan la libertad, la reflexión y la libre expresión, derechos fundamentales de toda persona consciente. El carnaval tiene múltiples matices y símbolos culturales que lo caracterizan de manera costumbrista, gracias a la creatividad e inspiración de cultores artísticos, que diseñan y decoran para exaltar colores y modelajes, ridiculizando y toreando al demonio en celebraciones populares y privadas.

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Aun cuando las celebraciones de carnaval tienen fechas establecidas, estas no son universales en sus conmemoraciones. Algunas se establecieron como anticipo a la Cuaresma, previa a la Semana Santa, que inicia el Miércoles de Ceniza, poniendo fin a las festividades recocheras que tienen lugar cada año. Tampoco se celebran en todas las localidades del territorio nacional en las mismas fechas.

Por ejemplo, en Colombia, el carnaval de Blancos y Negros en Nariño es oficial en enero. En febrero, y en algunas ocasiones a inicios de marzo, se celebraban en cuatro departamentos: Atlántico, Magdalena, La Guajira y Cesar. Hoy, solo se festejan en Atlántico y La Guajira, cuna del ingreso del carnaval al territorio nacional, al igual que el acordeón. Todos los distintos festivales, fiestas religiosas y reinados de cada departamento y municipio incluyen disfraces de carnaval.

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El carnaval llegó a Riohacha, La Guajira, en 1867, siendo el primer lugar de la Costa Atlántica donde se comenzaron a territorializar estas festividades, seguido por Cartagena, que celebra con la conmemoración de su independencia y el Reinado Nacional de Belleza. En 1898 comenzaron los primeros pasos del Carnaval de Barranquilla. En síntesis, en el siglo XIX llegó el carnaval a Colombia, siendo Riosucio, Caldas, el municipio pionero, compartiendo fecha de celebración con Pasto. Por último, Popayán lo celebra del 3 al 8 de enero.

Las rumbas, disfraces, danzas y coloridos decorativos exaltan y contagian alegría, relajando la espiritualidad humana. La belleza femenina se exhibe adornada con maquillajes, destacando su estructura corporal y aptitudes en conjuntos o de manera individual, resaltando el disfrute del folclor, rebozado de alegría, amor y felicidad. Hablar de carnaval implica vivirlo y compartirlo, sentir cómo se disfruta, generando recuerdos inolvidables propicios para conquistar y enlazar enamoramientos y emparejamientos entre personas heterogéneas, homogéneas y en dobles chit (mixto). Así se reflejó en el desorden desmedido de Joselito, quien murió de infarto por exceso de disfrute, consumiendo desde ron hasta sexo con quienes se le atravesaban en el camino durante la celebración. Su muerte pone fin a la temporada de carnaval, dejando una estela de viudas desconsoladas y desmayadas de dolor.

A disfrutar la cultura del carnaval

Riohacha mantiene incólume su tradición carnestolenda, simbolizada por los embarradores, grupos de hombres y mujeres que se revuelcan como marranos en una laguna de barro arcilloso en la madrugada del domingo de carnaval. Luego desfilan en una calle de honor, conformada por un nutrido grupo de espectadores que se divierten con esta acción cultural, al ritmo del Pilón, amenizado por una banda musical. La jornada concluye en el parque del Cementerio Central. Esta práctica de los embarradores es única en Colombia y cuenta con más de 100 años de tradición, compartida en Sudamérica solo con el Carnaval de Río de Janeiro, Brasil.

El lunes en la tarde, los embarradores vuelven a desfilar por la ciudad, acompañados por la Reina Central, recibiendo ovaciones y aplausos populares de quienes los apoyan y disfrutan su participación.

En la cultura del carnaval hierve la alegría entre quienes lo gozan de distintas formas y manifestaciones, ya sea actuando u observando, en un desorden bullanguero y recochero que llena de felicidad y desestresa, liberando cargas y males que inhiben, atomizan y privan del derecho a divertirse sanamente.

Bailar, cantar, tomar, disfrazarse, danzar, tocar instrumentos musicales, desfilar, leer décimas y letanías, lucir atuendos folclóricos, participar en concursos y festivales de conjuntos musicales y orquestas, asistir a desfiles de carrozas y comparsas, visitar casetas y eventos privados, además de disfrutar una variada gastronomía, hacen del carnaval una terapia para el alma. La mejor terapia es aquella que limpia y nutre el espíritu humano, flexibiliza el cuerpo y libera tensiones.

En Riohacha y otros municipios de La Guajira, ha disminuido la participación de muchas personas que tradicionalmente celebraban el carnaval, debido a la violencia y la delincuencia. Los desórdenes provocados por jóvenes que no miden las consecuencias de sus actos generan situaciones peligrosas que ahuyentan a quienes disfrutan de los desfiles. Las casetas populares son cada vez más escasas, y los permisos, que antes eran gratuitos, ahora requieren cumplir costosos requisitos, inaccesibles para muchos. Otros prefieren organizar el carnaval con aportes económicos vecinales, familiares o entre amigos.

No hay nada como disfrutar un domingo de carnaval con mojaderas, buena música, aguardiente, cerveza y comida tradicional, como sancochos de costilla, mondongo, pescado o guandú; asados de chivo, chuleta, punta gorda, lebranche, chorizo, pechuga y chinchurria.

La Punta de los Remedios, en el municipio de Dibulla, es el único territorio de La Guajira que aún conserva la tradición del carnaval popular durante cinco días, hasta el Martes de Carnaval. Mi admiración y aprecio para doña Nohelia “Pipi” Mejía Guerra, quien, a sus 97 años —aunque dice tener 79 invirtiendo los números—, sigue siendo la reina vitalicia e ícono del carnaval riohachero. Todavía baila el Pilón, flameando su falda y brincando con plenitud mental.

¡Que vivan los carnavales, restaurados este año por Telecaribe!

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