A pesar de las difíciles condiciones de acceso por las lluvias, la comunidad wayuu celebró con alegría su herencia cultural y reafirmó la fuerza de la educación etnoeducativa.
Con el propósito de preservar la esencia cultural del pueblo wayuu, la Institución Indígena Rural Tejiendo Saberes celebró la tercera versión del Festival Etnoeducativo y Cultural, en el corregimiento de Winpechi, zona rural de Uribia, donde durante dos días el color, la música y la tradición se unieron en una sola voz: la de la identidad.
A pesar de las fuertes lluvias que han afectado el acceso a las instituciones etnoeducativas de la zona rural, la comunidad wayuu demostró su compromiso y perseverancia al hacer posible esta celebración, reafirmando que ni el clima ni la distancia pueden apagar el espíritu de una cultura que resiste y florece desde sus raíces.
El ambiente fue una fiesta de saberes y orgullo ancestral. Desde muy temprano, las comunidades wayuu se dieron cita para participar en competencias deportivas, juegos tradicionales y muestras gastronómicas que rescataron los sabores auténticos del desierto. Los colores de las mantas y los tejidos llenaron el escenario con pasarelas que mostraron el arte y la creatividad de las mujeres wayuu, verdaderas tejedoras de historia y memoria.
Uno de los momentos más esperados fue la elección de la Majayut Señorita Wayuu y Jimot Niña Wayuu, un espacio que exalta la belleza, el conocimiento y el liderazgo de las jóvenes dentro de su comunidad. La danza tradicional Yonna se convirtió en símbolo de unidad, mientras las autoridades tradicionales compartían sus reflexiones sobre la importancia de mantener vivas las costumbres y los valores que definen su cultura.
“Preservar y fomentar los usos y costumbres dentro del proceso educativo es fundamental para la formación de nuestros niños y jóvenes wayuu”, destacó Jackeline Rodríguez, directora de la Institución Etnoeducativa Tejiendo Saberes, quien reafirmó el compromiso de la comunidad educativa con la etnoeducación como herramienta para fortalecer las raíces y la pertenencia.
Para Rosa Iguaram, primera majayut del Festival de la Cultura Wayuu, participar en estos espacios es un motivo de orgullo. “Estos escenarios son un legado que fortalece nuestra identidad y promueve la participación de la juventud wayuu”, expresó.
El cierre estuvo marcado por la música tradicional. Tamboras, flautas y voces se entrelazaron en melodías que evocan la espiritualidad del desierto. “La música wayuu es una expresión espiritual y cultural que debe seguir guiando a las nuevas generaciones en el reconocimiento de su identidad”, afirmó Joaquín Prince, sabedor y músico de la cultura wayuu.
Así, entre cantos, risas, lluvias y tejidos, el Festival Etnoeducativo y Cultural Tejiendo Saberes se consolidó como un encuentro de identidad, educación y memoria viva del pueblo wayuu, recordando que en cada hilo, en cada palabra y en cada danza, se teje también el futuro de una cultura milenaria.