Por: Víctor Manuel De Luque Vidal
El 80%, nunca un porcentaje de avance me había colmado de tanta esperanza y felicidad. Contemplar cómo el proyecto de agua potable para Yotojorotshi se encuentra en esta etapa final, a punto de materializarse y convertirse en una realidad palpable, es un regalo que trasciende las palabras y se instala en lo más profundo de mi ser.
Han sido tres largos años de avance desde Air-e y Territorios de Equidad, de trabajo, dedicación, de sortear obstáculos y enfrentar desafíos inesperados en el camino hacia la anhelada meta. Pero ahora, en este momento crucial, puedo respirar aliviado con una profunda gratitud. Esto nos indica que hemos progresado más allá de las expectativas, más allá de las limitaciones impuestas por las adversas condiciones cotidianas de este territorio.
Ese porcentaje se ha convertido en un símbolo de perseverancia y determinación, de la inquebrantable dedicación que ha guiado a cada uno de los aliados en este proyecto. Cada esfuerzo invertido y cada paso avanzado han sido la semilla de este progreso. Representa el compromiso unánime de todos aquellos que han hecho su apuesta por cambiar el destino de Yotojorotshi. Gracias Tienda La Empatía, Danny, La W, Arturo Calle, Coltefinanciera, Ayuda en acción, Mercado Libre y los más de 1500 aportantes a esta noble causa.
Es inevitable rememorar aquellos días en los que el agua parecía un sueño lejano, una quimera inalcanzable. La sequedad se respiraba en el aire, y nuestros corazones se resquebrajaban con cada gota que veíamos negada a esta comunidad. Pero hoy, ese sueño se solidifica en un 80% de avance, en una promesa de vida y esperanza que transformará para siempre la realidad de esta tierra sagrada.
El agua potable, antes una ilusión distante, ahora se encuentra a punto de fluir en cada hogar de Yotojorotshi. Imaginar el sonido del líquido vital corriendo a través de los grifos, nutriendo los cuerpos y las almas de aquellos que tan desesperadamente lo necesitan, es motivo suficiente para regocijarse. Este avance representa una victoria sobre la escasez, una prueba fehaciente de que, cuando nos unimos y trabajamos en armonía, podemos abrir canales y romper barreras.
No obstante, aún resta ese 20% final. Esos últimos metros que nos separan de la meta son cruciales. El camino por recorrer puede ser empinado y desafiante, pero es en los momentos de mayor esfuerzo cuando cosechamos las mayores recompensas. No podemos bajar la guardia ni permitirnos la complacencia. Ahora, más que nunca, estamos redoblando nuestros esfuerzos y manteniendo viva la llama de la esperanza.
Lo alcanzado hasta ahora constituye un motivo para celebrar, para reconocer el trabajo y la dedicación de todas las personas que han hecho posible este avance. Además, nos recuerda que cada porcentaje implica un compromiso renovado, una responsabilidad aún mayor. Nuestro deber es llevar ese 80% hasta el final, hasta el último punto porcentual que nos conducirá al pleno éxito.
En este momento de reflexión, me pregunto qué significado tiene ese porcentaje restante para Yotojorotshi. Será la diferencia entre el pasado y el futuro, entre la sed y la saciedad, entre la resignación y la esperanza. Es el anhelo que nos impulsa a seguir adelante, a no renunciar, a persistir incluso cuando las adversidades nos desafían.
Ante el progreso alcanzado hasta ahora, mi corazón se llena de gratitud y admiración por cada uno de los involucrados en este proyecto. Desde los ancianos, autoridades, tejedoras y líderes del territorio, hasta mi equipo de trabajo y los incansables trabajadores en el terreno, todos ellos han demostrado una valentía inigualable y una determinación que supera cualquier obstáculo.
Este testimonio se erige como el progreso de una comunidad que ha decidido tomar las riendas de su propio destino. Nos enseña que, incluso en los lugares más olvidados, en los rincones más remotos, el progreso y la transformación son posibles cuando nos unimos en un propósito común.
En este umbral del 80%, solo puedo desbordarme de emoción y esperanza. Cada ladrillo colocado, cada tubería instalada y cada gota de agua que se avecina representa un paso hacia adelante, una oportunidad para dejar atrás las limitaciones impuestas por la sequedad y abrazar un futuro donde la equidad sea una realidad para todos.
Es un gran comienzo de lo que está por venir, un preludio de un final feliz que se vislumbra cada vez más cerca. En el corazón de Yotojorotshi, la esperanza florece como un oasis en medio del desierto, recordándonos que nunca debemos subestimar el poder de un porcentaje, el poder de un sueño convertido en realidad.
Que este 80% sea un recordatorio constante de que, cuando nos unimos en un propósito noble, podemos cambiar la realidad y transformar el destino de aquellos que más lo necesitan. Sigamos adelante, con la certeza de que ese 20% restante se convertirá en la victoria final que inundará Yotojorotshi con el regalo más preciado de todos: el agua potable.