
21. “Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor”.
Hechos 11.
La persecución después del martirio de Esteban causó la expansión del evangelio. Los discípulos se dispersan por doquier, y algunos van a Fenicia, Chipre y Antioquía. Al principio, predican sólo a los judíos, pero pronto, evangelizan a los griegos en Antioquía. De esta manera, el evangelio comienza a ser predicado en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta los gentiles.
Muchos creen en Jesús, mientras que el Señor está con los evangelistas. Entonces, la iglesia de Jerusalén envía a Bernabé a Antioquía. Este trae a Saulo de Tarso y le enseña durante un año. Con el esfuerzo conjunto de Bernabé y Saulo, la iglesia en Antioquía crece cuantitativa y cualitativamente. Los discípulos comienzan a ser llamados cristianos. Un cristiano es el seguidor de Cristo, imita Su vida y trata de vivir como Él.
Durante el avivamiento de la iglesia de Antioquía, algunos profetas llegan de Jerusalén. Entre ellos, Agabo profetiza por el Espíritu que vendría una gran hambre sobre toda la tierra. Esto se cumplió durante el reinado del emperador romano Claudio (reinó entre 41 a 54 d.C.), probablemente en el año 46, según el historiador Josefo.

La iglesia de Antioquía recoge ofrendas y las envía con Bernabé y Saulo para asistir a sus hermanos en Judea. Bernabé y Saulo van a Jerusalén al año siguiente, siendo esta la segunda visita para Saulo. Cuando la iglesia gentil apoya a la de Jerusalén, la evangelización a los gentiles toma mayor preponderancia. Las buenas obras y ofrendas de los santos son evidencias de fe y salvación.
La iglesia de Jerusalén atraviesa una gran tribulación, que dificulta que se reúnan para adorar. Entonces, los fieles deben dejarlo todo y huir. Hoy, si miramos a nuestro alrededor, podemos ver que se preocupa mucho menos que antes, a pesar de que no existen tantos peligros como en el pasado. Así, el pasaje de hoy nos enseña dos lecciones.
Y es que el Señor ayuda a los fieles, aun en la dificultad; y que debemos vivir como cristianos, confiando en Él y obedeciéndolo. Debemos compartir la buena nueva de que Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, además, nuestras vidas, que creen y siguen a Jesús, deben ser las buenas nuevas en sí mismas.
El fiel que permanece en Jesucristo es un cristiano que sigue el camino de Cristo. Dios les guarde.