
El modelo de salud intercultural Wayuu se mueve entre las promesas y la realidad. A pesar de los esfuerzos normativos y la asignación de importantes recursos económicos en el marco del cumplimiento de la Sentencia T-302, el modelo de salud para el pueblo wayuu y otros pueblos indígenas del departamento de La Guajira aún no se ha materializado de manera efectiva.
Es evidente la desconexión entre recursos y resultados. Si bien se han destinado inversiones significativas para atender la grave crisis humanitaria que afecta principalmente a la población indígena wayuu, también observo que los resultados concretos en la implementación de un modelo de salud con enfoque diferencial, participativo y culturalmente pertinente siguen siendo escasos o, en muchos casos, inexistentes.
Esta situación refleja, desde mi perspectiva, una desconexión preocupante entre los recursos asignados, los compromisos institucionales y las transformaciones reales en los territorios. Considero particularmente problemático que estos territorios estén bajo liderazgos que carecen de una mirada colectiva, priorizando más bien intereses particulares. En algunos escenarios, estos líderes se autodenominan “voceros de la sentencia T-302“, lo que se convierte en una de las principales dificultades.
Los recursos han sido asignados principalmente a dichos voceros o intermediarios y, en lugar de garantizar una representación auténtica de las comunidades, parecen priorizar sus propios intereses particulares, que están pescando en rio revuelto para vivir sabroso como jeques árabes. ¡Pechugones!
El caso específico de la Alta Guajira deja muchos interrogantes sin respuestas, porque tengo conocimiento de que el Ministerio de Salud le asignó más de $1.000 millones a la Asociación de Jefes Familiares Wayuu de la Zona Norte de la Alta Guajira Wayuu – ARAURAYU, para desarrollar una hoja de ruta para la implementación de un modelo de salud en los 9 corregimientos de la Zona Norte Extrema de la Alta Guajira. De acuerdo con información precisa que he obtenido, dicho modelo debió estar culminado en diciembre de 2024, y los resultados y productos deberían ser conocidos por todos los habitantes de la Zona Norte Extrema de la Alta Guajira. Sin embargo, parece que tal situación está muy lejana a la realidad actual, ante lo cual me surgen unos interrogantes: ¿Existe realmente ese modelo? ¿El modelo fue sometido a un trabajo de construcción intrínseco, amplio, participativo, tradicional, propio y técnico? ¿El modelo es conocido por todos los habitantes de la región? ¿Las comunidades están siendo atendidas bajo dicho modelo? ¿Qué hicieron con los $1.000 millones?.

Los resultados concretos en la implementación de un modelo de salud que respete, incorpore y articule la cosmovisión y prácticas propias del pueblo wayuu y de los demás pueblos indígenas de la región siguen siendo limitados o nulos.
Esta situación se agrava considerando que recientemente el gobierno nacional expidió el Decreto 0480, el cual, desde mi análisis, desconoce el principio de progresividad por el que durante años han trabajado las autoridades tradicionales de las instituciones indígenas wayuu.
La atención en salud para estas comunidades continúa enfrentando profundas barreras de tipo cultural, institucional y operativo, que impiden un acceso efectivo, digno y pertinente. La ausencia de un enfoque verdaderamente intercultural perpetúa un modelo asistencialista que no reconoce las particularidades socioculturales de los pueblos indígenas, tales como, los saberes ancestrales; las autoridades tradicionales; las dinámicas territoriales, el sistema de gobernanza de los pueblos indígenas.
Esta desconexión entre los recursos asignados, los mandatos judiciales y las transformaciones reales en el territorio evidencia, desde mi perspectiva, la necesidad urgente de repensar los mecanismos de ejecución e implementación de programas, proyectos y contratos.
Es fundamental garantizar la participación efectiva de los pueblos indígenas en la construcción de un modelo de salud que realmente les pertenezca y les represente. Debe ser un sistema que se construya desde adentro, por ellos y para ellos: un sistema que integre, articule, coordine y complemente los dos saberes de la medicina: la alopática y la tradicional.
Solo así podremos avanzar hacia un modelo de salud intercultural que trascienda las promesas institucionales y se materialice en transformaciones concretas para el bienestar del pueblo wayuu y demás comunidades indígenas de La Guajira.
Y como dijo el filósofo de La Junta: “Se las dejo ahí…” @LColmenaresR