Edicion julio 7, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA
EL REY DE REYES ES MI SEÑOR
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Pastor ICBF Riohacha - Robinson Mejía Iguarán
Pastor ICBF Riohacha – Robinson Mejía Iguarán

27. Luego dijo a Tomás: “Pon aquí tu dedo y mira mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”.

28. Entonces Tomás respondió y le dijo: “¡Señor mío y Dios mío!”.

Juan 20.

No es fácil creer en la resurrección de Jesús. La forma más fácil, es tener un encuentro con Jesús resucitado. Tomás no estuvo presente en la primera aparición del Señor luego de su resurrección, por lo que se negó a creer hasta ver con sus propios ojos. Entonces, Jesús se manifiesta ante él, con evidencias de su muerte. Pero la verdad es que no siempre tendremos la oportunidad de verle con nuestros ojos.

La fe viene por el oír la Palabra de Cristo. Cuando aceptamos las profecías bíblicas y las promesas, nace la fe. Si Tomás hubiera creído en las palabras de Jesús respecto a su resurrección, se hubiera dado cuenta de que el testimonio de los discípulos coincide con ello. Podemos ver un gran milagro, pero si no tenemos las puertas de nuestro corazón abiertas, no servirá para el crecimiento de nuestra fe.

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El proceso y las formas por las cuales creemos en Jesús, difiere en cada uno. Algunos creen instantáneamente; mientras que otros lo hacen luego de muchos años. Sin embargo, todos hacemos la misma confesión de fe y los resultados, son los mismos. Tomás, conocido por su incredulidad, confiesa que Jesús es el Señor, al igual que los demás discípulos, luego del encuentro con el Señor. Dice: “¡Señor mío y Dios mío!”.

Por otro lado, el libro de Juan nos insta a no poner nuestra atención en los milagros y señales en sí, sino en la salvación de Dios y escuchar la voz amorosa del Señor y creer en Jesús. Cuando creemos que Jesús es Cristo, el hijo de Dios, gozamos de la vida eterna que Dios nos regala. Y la vida eterna la empezamos a gozar desde aquí, en la tierra.

La resurrección del Señor nos infunde esperanza y consuelo. Después de ser resucitado, Jesús sale al encuentro de sus discípulos atemorizados, para darles paz, recordarles su llamado y darles el Espíritu Santo. La esperanza de la resurrección y el poder del Espíritu Santo son necesarios para ser testigos de Jesús por doquier. El evangelio conlleva la gracia del perdón. Nosotros no tenemos la capacidad para perdonar, pero sí lo podemos hacer en el nombre de Jesús. Tomás se mostró incrédulo frente a la resurrección, por lo que Jesús deja que él toque sus manos y su costado.

Bienaventurados los que creen sin haber visto a Jesús. Todos los que creen que Jesús resucitó y lo confiesan como Señor, reciben la bendición de caminar con el Rey de reyes y Señor de señores. Dios les guarde

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