Edicion julio 7, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

¿Por qué se desplomó el techo del puesto de salud de Siapana?

¿Por qué se desplomó el techo del puesto de salud de Siapana?
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Por: Ismenia Jayariyu

No es un misterio. Se desplomó porque desde que fue construido hace más de tres décadas nadie se ocupó verdaderamente de su mantenimiento. Se desplomó porque durante años, el abandono fue más fuerte que la voluntad de servir. Se desplomó porque mientras algunos se llenaban los bolsillos con los recursos destinados a la salud, ese humilde puesto de salud quedaba cada vez más solo, más frágil, más expuesto. ¿Qué esperaban? ¿Que resistiera eternamente? ¿Que el techo no cediera algún día ante el peso de la desidia?

Y lo más indignante no es solo el desplome físico, sino el desplome moral de quienes tuvieron en sus manos la administración del hospital y sus puestos de salud. Los gerentes pasaron sin pena ni gloria, como Pedro por su casa, y ninguno movió un dedo para evitar lo que hoy lamentamos. Ninguno hizo lo mínimo: revisar, mantener, gestionar recursos, levantar la voz. Nada. Su silencio de ayer es la ruina de hoy.

Afortunadamente, Siapana será uno de los primeros en recibir un nuevo CAPS (Centro de Atención Prioritaria en Salud). Pero justo ahora, cuando el hospital está intervenido y se intenta enderezar el rumbo, ¡pafff! se cae el techo. Y algunos, con tremenda frescura, culpan a la intervención. ¿En serio? ¿Culpan a quienes llegaron a poner orden, cuando fue la falta de control, la corrupción y la negligencia de antes la verdadera causa del colapso?

La doble moral de algunos personajes en su máxima expresión, exigiendo ambulancias, pero se olvidan de que ya hubo ambulancias. ¿Dónde están ahora? ¿Quién respondió por ellas? Nadie reclamó cuando desaparecieron. Nadie preguntó a dónde fueron los recursos, quién los manejó, quién los desvió. Hoy que el Estado intervino, muchos despiertan fingiendo demencia. Pero lo cierto es que la ESE Hospital de Nazareth ya estaba arruinado antes de que llegara la intervención. Hoy, la agente interventora hace maravillas con poco, evitando que la salud del pueblo colapse del todo. Esa es la realidad.

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Ojalá este desplome sea la última advertencia. Ojalá no esperemos a que los techos caigan para mirar hacia arriba. Ojalá esta vez, el silencio no sea cómplice.

La gerente especial interventora no trae una varita mágica. Por mucho esfuerzo y dedicación que ponga, la reparación del centro de salud de Siapana llevará tiempo: diagnóstico estructural, licitación transparente, contratación de obreros calificados y supervisión rigurosa. No es cuestión de días, sino de meses.

Mientras tanto, y en un acto de solidaridad urgente, el servicio de salud de Siapana funcionará de manera temporal en la sede de la UT Ayatawa Namaa Wapushii, en un espacio donde los pacientes podrán recibir atención sin poner en riesgo su integridad, hasta que el puesto de salud recupere la seguridad y dignidad que merece.

Este desplome no es un accidente fortuito; es el resultado de la desidia prolongada y de la opacidad en el manejo de recursos. Que este episodio sea la última advertencia: exigimos transparencia total, sanción para los responsables del desfalco y un compromiso real de mantener en pie no solo muros y techos, sino la confianza de la comunidad.

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