
“No nos gloriamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que esperamos que conforme crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos entre vosotros, conforme a nuestra regla”. 2 Corintios 10.
El que se mide con su propia medida irremediablemente cae en orgullo. Los falsos maestros se comparaban consigo mismos y con soberbia, se gloriaban de sus propios méritos. Decían ser sabios, pero en realidad, eran necios. Pablo aclara que ha ido a Corinto a predicar el evangelio y a levantar la iglesia, enviado por Dios.
De hecho, Pablo señala que ha obedecido conforme a la regla que Dios le ha dado por medida (2 Co. 10:13) para defender su apostolado con humildad, pero con convicción ante los falsos maestros. Debemos contar con el permiso y obedecer al mandato de Dios en todos los ministerios. Los ministros verdaderos simplemente cumplen con la obra del Señor, pero no se glorían desmedidamente de ello ni se extralimitan.
No debemos gloriarnos desmedidamente en logros ajenos, como si fueran nuestros. Pablo ha trabajado predicando el evangelio y levantando iglesia en Corinto con el permiso y bajo el mandato de Dios. Pero los falsos maestros habían calumniado a Pablo, gloriándose de todo su trabajo como suyo. Pero Pablo era un verdadero apóstol, por cuanto su único deseo es ver el crecimiento espiritual de los corintios y la expansión del evangelio.

Un ministro genuino no se preocupará en enaltecerse sobre otros, ni gloriarse de sus méritos. Pablo reprende a los falsos maestros diciendo “gloríese en el Señor” (2 Co. 10:17). Como todos los ministerios se desarrollan por la gracia del Señor, sólo Él debe ser glorificado. No busquemos alabanzas del hombre, solo el reconocimiento y el elogio del Señor.
Dios desea compartir la sinceridad del Evangelio. Los fieles de Corinto eran el fruto de la devoción y el ministerio de Pablo y su razón de predicar. Pablo no predicaba para jactarse ni por ninguna otra razón, sino que lo hacía porque deseaba que el Evangelio se predicara correctamente y este edificara la iglesia.
Del mismo modo, nosotros también debemos desear que el amor de Cristo se multiplique a través de nosotros y vivir una vida que siembra la semilla de la Palabra en los demás. Entonces, sucederá en nuestras vidas la increíble obra en el que una vida dará luz a otra
Dios desea que avancemos hacia terrenos más amplios con el Evangelio de Cristo. Dios les guarde.