Edicion febrero 4, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

“Kid” Trump vs. “Kid” Petrosky

“Kid” Trump vs. “Kid” Petrosky
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Columnista- Fabio Olea Massa (Negrindio)
Columnista- Fabio Olea Massa (Negrindio)

Ladies and gentlemen, comienza la pelea del siglo: un combate desigual entre un peso pesado y un pluma. En la esquina roja, “Kid” Trump, con sus regordetes 150 kilos de peso, pantaloneta azul y roja con estrellas blancas; y en la otra esquina, “Kid” Petrosky, pantaloneta tricolor y pesando 55 escuálidos kilos. A Petrosky se le ve “piao” y a Trump fresquito como una lechuga.

Listo, señores, ¡suena la campana! ¡Tan! Los púgiles chocan guantes, ¡intercambian los primeros golpes y de pronto, oh!… Trump suelta tremenda “trumpada” a la jeta de Petrosky, y este cae a la lona. El árbitro cuenta diez y el combate termina por K.O. fulminante de Trump a Petrosky.

Decía mi abuelita que: “pá perder, mejor no pelear”. La crisis diplomática entre los presidentes Trump de Estados Unidos y Petro de Colombia fue una pelea de tigre con burro amarrao, en el ring de X (antes Twitter), que terminó por “nocaut” a Colombia. La cosa no fue peor porque no se cumplieron las sanciones económicas impuestas por Mr. Trump; si no, la economía colombiana hubiera quebrado y perdido miles de puestos de trabajo.

Todo empezó la madrugada del 26 de enero, cuando a Petro le entró súbitamente un arranque de nacionalismo y desautorizó el aterrizaje de dos aviones militares de Estados Unidos con deportados colombianos, justificando que no eran tratados “dignamente”. Fue una monumental “metida de patas” del presidente impedir que esos compatriotas llegaran a su patria, violando el artículo 24 de la Constitución, que dice: “Todo colombiano (…) tiene derecho a entrar y salir del territorio nacional, y a permanecer y residenciarse en Colombia”. Con mayor razón si se trataba de ciudadanos deportados que merecían ser protegidos y cuando el gobierno colombiano previamente había autorizado los vuelos.

Las deportaciones desde EE. UU. son frecuentes y se realizan cumpliendo acuerdos y en coordinación con las autoridades norteamericanas. Entre 2020 y 2024 aterrizaron más de 400 vuelos de deportación, aplicando el mismo protocolo de seguridad para personas retenidas y bajo custodia, como es transportarlos esposados de pies y manos. A Petro este trato le parece “inhumano”, pese a que sabe que siempre han sido deportados así, incluso los que arribaron al país durante su gobierno. Si el asunto era de “dignidad” para con nuestros compatriotas, extraña que Petro no dijera nada cuando, en circunstancias iguales, los gobiernos de Obama y Biden deportaron a miles de colombianos esposados. Excusa pueril e inadmisible para justificar su embarrada, y no quiero pensar que la rabieta de Petro se deba a que Trump es de derecha.

“Kid” Trump vs. “Kid” Petrosky

La reacción de Trump no se hizo esperar y ordenó aranceles del 25% para los bienes colombianos que ingresan a EE. UU.; revocación de visas de funcionarios del gobierno nacional; inspecciones reforzadas de aduana para ciudadanos colombianos; y sanciones del Tesoro, banca y finanzas. Trump dijo: “No permitiremos que el gobierno colombiano viole sus obligaciones de recibir a los colombianos que forzaron su entrada a los Estados Unidos”, y consideró como un riesgo para la seguridad nacional de su país la negativa de Petro.

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Petro se equivocó al no manejar este asunto por la vía diplomática, siguiendo el conducto regular mediante una nota de protesta, sino que se dedicó a escribir tweets en la red X, a una hora de la madrugada inusual, desde un lugar desconocido y sin saberse en qué condiciones psíquicas estaba el presidente, quien tiene problemas de alcoholismo. Un asunto tan delicado como manejar las relaciones exteriores del país no puede dirigirse irresponsablemente por redes sociales. Esto demuestra que Petro no es un estadista. Peor manejo no pudo darle el presidente a esta crisis, pues ni siquiera dio la cara ni estuvo presente en la Casa de Nariño liderando su equipo de trabajo para recomponer las relaciones, luego de que el gobierno americano anunciara las sanciones contra Colombia. Se supo después que estaba bronceándose en Coveñas.

Gracias a la sensatez de algunos asesores que recomendaron a Petro no seguir publicando trinos incendiarios, por la noche se logró recomponer las cosas con Washington. Jugó un papel importante el saliente canciller Luis Gilberto Murillo, quien dejó el cargo en muy malos términos con el presidente Petro, según ha trascendido. El show de la “dignidad” de Petro de nada sirvió, pues al final claudicó ante las condiciones impuestas para la deportación de colombianos. “Kid” Trump, alardeando su triunfo, ha dicho que Petro le pidió perdón.

Un cuarto viaje con colombianos deportados llegó en un vuelo comercial, todos esposados. Los suben esposados en EE. UU. y se las quitan al llegar a Colombia. Entonces, ¿cuál fue el triunfo de la supuesta “dignidad”? Ya que al presidente le preocupa tanto la dignidad de nuestros compatriotas, debería visitar cualquiera de nuestras cárceles para que vea las condiciones infrahumanas en que están los privados de la libertad y, ahí sí, hacer algo por mejorar su dignidad.

Según informó The New York Times, el expresidente Uribe intervino en la solución de la crisis. En un gesto que enaltece su patriotismo y aprovechando sus contactos con influyentes senadores en Washington, ayudó para que se suspendieran las medidas contra Colombia.

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