Edicion octubre 21, 2025
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA
Más allá del corazón
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Más allá del corazón

Columnista-  Junior Fragoso Araujo
Columnista-  Junior Fragoso Araujo

Hace unos años, Barack Obama sorprendió a muchos al afirmar que “el déficit de empatía es un problema político más grave que el déficit fiscal”. Esta declaración surgió de su preocupación por la polarización política extrema en su país y en el mundo. Imaginen, le preocupaba la polarización que hoy muchos consideran una virtud del ciudadano “responsable”.

La empatía es la habilidad para entender las circunstancias que vive otra persona y la complejidad de su situación. La empatía se compone con la suma de conocimientos y afectos. Es el conocimiento el que permite imaginar el frío que pasa la persona que duerme en la calle o el hambre de un adolescente, o la tristeza ante la muerte o la traición. Desde aquel conocimiento, se despliegan las perspectivas, y nos pone hipotéticamente en el lugar del que sufre, ama, triunfa o fracasa. Y como resultado surge la preocupación por los otros.

Esta capacidad, que Adam Smith llamaba “sentimiento moral”, ha sido ampliamente estudiada por evolucionistas, psicólogos y neurocientíficos modernos. No es exclusiva del ser humano. Experimentos con animales, como los topos de pradera, demuestran su existencia. Estos roedores, que forman parejas monógamas permanentes, mostraron una notable empatía cuando uno de ellos recibía descargas eléctricas, siendo consolado por su pareja al reencontrarse.

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Investigaciones han demostrado que áreas específicas del cerebro, como la ínsula y la corteza cingulada anterior, se activan tanto en quienes reciben un estímulo de dolor o estrés como en quienes observan la situación con empatía. Esto no solo confirma la existencia de la empatía, sino que también localiza su origen en el cerebro.

Podríamos pensar que somos empáticos por naturaleza y que deberíamos resolver nuestros conflictos en paz. Sin embargo, no es tan sencillo. Un ejemplo dramático es el de Anders Behring Breivik, quien asesinó a 69 personas en Noruega. Durante su juicio, afirmó que sentía una especial empatía por la gente, y que tuvo que entrenarse para superar su empatía natural y cometer los crímenes que consideraba necesarios. Otro ejemplo cotidiano es cómo la empatía por un equipo de fútbol o un grupo político lleva a las personas a disfrutar más del fracaso del oponente que del éxito propio.

Más allá del corazón

La neurociencia identifica tres componentes en la empatía humana: el emocional, que ya se describió; el cognitivo, la capacidad de entender racionalmente las causas y condiciones de los sentimientos del otro; y el de compasión, que motiva a actuar para aliviar los sufrimientos.

Obama probablemente se refería a la importancia de estos tres componentes. Si tomáramos más en serio la naturaleza humana, con sus pros y contras, podríamos resolver los problemas de manera más efectiva. Esta concepción mejora la enseñanza y fomenta actitudes proactivas en las empresas y, a la larga, hacer a la gente más feliz. Proponer y circular mensajes positivos es crucial. Dar énfasis y fuerza argumentativa a la solidaridad, la paz, la cooperación y el perdón, y hablar intensa y diariamente de esos valores humanos, provocaría la reflexión y sería uno de los mecanismos para resurgir la empatía.

A pesar de vivir en un sistema cruel, no estamos condenados a la crueldad. Así como los distintos grupos de humanos han cambiado a lo largo de la historia, con la amabilidad y ternura que podemos concedernos, hacia adentro y hacia afuera, hemos de cuidarnos y elegir el amor por un mundo mejor, con todas, toditas sus criaturas.

El mundo puede parecer doloroso e injusto, por eso es indispensable recordar que todos quienes estamos aquí formamos parte de él, y tenemos el poder de transformarlo en un lugar en donde nuestros sentimientos, sueños y salud sean prioridades, empezando con quienes tenemos cerca. Si lo es para ti, lo es para mí.

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