SU NACIMIENTO CAMBIÓ AL MUNDO
13. Repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían:
14. ”¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”. Lucas 2.
Dios es Soberano sobre la historia del hombre. Sean reyes o emperadores, tengan algún poder en esta tierra o no, todos se encuentran bajo la soberanía de Dios. La historia del mundo ha sido un escenario preparado para la obra de redención. Hace tiempo que el Imperio Romano desapareció, pero el evangelio de Jesucristo permanece para siempre. El emperador romano mandó a censar a todo el pueblo. El censo que el gobernante manda a realizar, con el fin de fortalecer su poder político, se puede transformar en un instrumento de la voluntad de Dios. Es por este censo que José y María, que vivían en Nazaret, tendrían que mudarse a Belén, como había sido anunciado tiempo atrás por el profeta Miqueas. En el Antiguo Testamento estaba escrito que el Mesías nacería en Belén, y Dios usó al emperador para cumplir esta Palabra.
A los ojos humanos, podría parecer que Roma era la protagonista de la historia, pero en realidad, fue Jesucristo, quien nació en el pesebre y gobierna toda la historia. Al comienzo, la autoridad del Imperio Romano puede haber parecido imponente, pero fue temporal. Su poder no se puede comparar con el gran poder eterno de Jesucristo. Todas las cosas existen para y por medio de Dios. Para cualquiera hubiera sido muy penoso ver a su hijo nacer en un establo y acostarlo en un pesebre, sin embargo, todo esto había sido diseñado por Dios como si fuera un gran rompecabezas. En situaciones que no logramos entender, Dios cumple sus designios y propósitos eternos.
Jesús vino al mundo por los humildes y menospreciados. La venida del Señor Jesús no es solamente un motivo de ”gran gozo” para algunos, sino para toda la humanidad. Siendo el Rey de la Paz, Jesús fue puesto en un pesebre al nacer. Si hubiera nacido en un palacio o en una casa muy adinerada, le hubiera costado llegar a la gente del pueblo. Es por ello que el ángel anunció que serían nuevas de gran gozo para todo el pueblo. Los ángeles no anunciaron las buenas nuevas del nacimiento mesiánico a los poderosos de Belén, sino a los humildes pastores que cuidaban sus ovejas de noche en el campo. Los habitantes de Belén ignoraron y no recibieron al Salvador, quien no tuvo dónde recostar su cabeza al nacer, por tanto, no merecían oír las buenas nuevas. El reino de los cielos es para los pobres en espíritu.
Jesús no vino a buscar a los justos, sino a los pecadores. Aunque estemos en gran temor o desesperación, si buscamos con anhelo al Señor, podremos oír: ”¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”. El nacimiento de Jesús es de ”gran gozo”, porque Él es el Salvador que nos librará de los pecados y de la muerte. Los ángeles glorifican en primer lugar a Dios porque Él fue el que planificó y llevó a cabo el nacimiento del Mesías. Después de esto, proclaman paz en esta tierra. Y la paz que gozamos por creer en Jesús, es una paz verdadera. La salvación ha llegado para nosotros, viles criaturas. La sublime salvación de Dios comienza desde los lugares más bajos y humildes. Dios les guarde.