EL DEBER SAGRADO QUE DEBEMOS CUMPLIR CON TEMOR
15. “Después que acaben Aarón y sus hijos de cubrir el santuario y todos los utensilios del santuario, cuando haya que mudar el campamento, llegarán los hijos de Coat para llevarlos, pero no tocarán ninguna cosa santa, no sea que mueran. Éstas serán las cosas que cargarán los hijos de Coat en el Tabernáculo de reunión”. Números 4:15.
Todos los cargos vienen de Dios y son igualmente valiosos. Dios le dio al sumo sacerdote Aarón y a sus hijos la potestad de administrar las cosas santas. Antes de trasladar estas cosas de un lugar a otro, deben ser cubiertas y trasladadas por Aarón y sus hijos, quienes, a su vez, deben preservar la santidad de Dios.
Por otro lado, Dios establece que entre los treinta y cincuenta años será la edad de servicio de los hijos de Coat, a quienes encomienda cargar y trasladar las cosas sagradas ya cubiertas. El límite de edad tiene que ver con la madurez física, el carácter y la fe. Aunque tengamos una función aparentemente insignificante, agradezcamos a Dios por la oportunidad de ser parte de Su obra.
Cuando estamos haciendo la obra de Dios, es importante no traspasar ciertos límites impuestos. Dios mandó a Aarón y a sus hijos a supervisar a los hijos de Coat, para que no entren al tabrernáculo a ver ni tocar las cosas santas. Si desobedecen a Dios por curiosidad o por debilidad, tendrán que pagar con su vida.
Dios nos ha encomendado un ministerio valioso y sin par a cada uno de nosotros, pero con ciertos límites. Los ministerios varían, porque son diferentes los roles que debemos cumplir, y de ninguna manera se debe a una discriminación de parte de Dios. Hagamos a un lado las comparaciones y preocupaciones de seguir las instrucciones de nuestro líder, respetando siempre las limitaciones para no caer en el pecado.
Dios escogió a los hijos de Aarón entre los descendientes de Leví para que fueran sacerdotes ungidos, y a los de Coat para que los asistan. Dios ubica a cada uno en el lugar apropiado para llevar adelante a la obra del reino. Solo son distintos deberes, pero no hay ninguna diferencia, ya que Él felicita a todo aquel que realice su tarea eficientemente, diciendo: “Bien, buen siervo y fiel”.
Quien considere la responsabilidad que se le fue encomendada como un deber sagrado, se esfuerza al máximo cada día con humildad y temor a Dios. Además, cuida sagradamente de su interior y permanece atento a que su naturaleza pecaminosa no atente contra la gloria de Dios. Solo el fiel que sea humilde y tema a Dios hasta el final puede servirlo correctamente. Dios les guarde.