Holgado triunfo tendrá Kamala Harris en presidencia de EE.UU
Estados Unidos tiene un sistema electoral presidencial obsoleto y antidemocrático, que riñe con sus transformaciones, dinámica y actualizaciones, sobre variedades y novedades de sistemas en posmodernismo: industriales, servicios y urbanismo. Sin embargo, no se han transformado las costumbres políticas electorales, circunstancia que hoy concentra el proselitismo político de manera selectiva en 7 estados, que solo representan el 20% de la totalidad de habitantes entre los 50 existentes, donde no hay tendencia tradicional política marcada en favor de uno u otro candidato, republicanos o demócratas.
Colocar en segundo plano la votación popular para la elección presidencial y no compartir los delegados del Colegio Electoral en cada estado proporcionalmente al porcentaje de votación de cada candidato constituye una democracia incoherente, porque el pueblo globalmente no elige de manera directa. No es justo que, por una diferencia de menos de 10 votos en uno de los estados, el ganador se apropie de todos los delegados de dicho estado, como si el otro no hubiese obtenido nada.
La candidata demócrata Kamala Harris logrará salir adelante con triunfo en la elección a la presidencia de los Estados Unidos, con el apoyo mancomunado de su partido político, frente al cansancio por edad del candidato en la recta final y las divisiones que padece el Partido Republicano, por estar condicionado al apoderamiento, potestad y dominio del candidato Donald Trump, prevaleciendo de manera absoluta lo que disponga el dueño del balón, ejerciendo discriminaciones y desatenciones con distinguidos copartidarios, como lo refleja el expresidente George Bush Jr., en declaraciones de una entrevista televisiva, anunciando que votaría e invitaría a sus seguidores a votar por Kamala Harris, por no comulgar con que el Partido Republicano se afiance y termine en una propiedad privada del candidato Donald Trump.
La elección presidencial que termina el 5 de noviembre establece un término de 40 días en unos estados y en otros, 30, 20 y 15 días para que los ciudadanos puedan ejercer el derecho al voto de manera anticipada, presencial o a través de correo, cuyas urnas, donde se depositan los votos, se abren para contabilizarlos el último día de elección. En las pasadas elecciones, votaron de manera anticipada más de 100 millones de electores americanos. A menos de una semana de culminarse la elección, se ha registrado menos del 50% del total de la cantidad que votaron en 2020, entre los candidatos expresidente Donald Trump y el presidente Joe Biden. La baja votación prevé que subirá la abstención, debido a la frialdad que predomina en las campañas, por falta de motivaciones y operaciones que enciendan el ambiente político, para estimular y convencer a los electores indecisos, quienes, en últimas, deciden las mayorías, cuando las diferencias de uno y otro candidato son estrechas o mínimas.
Las campañas políticas en EE. UU. se han caracterizado por convocatorias a mítines o manifestaciones públicas, reuniones y los debates, sobre variedades en temas y asuntos primordiales, que sirven para convencer con propuestas direccionadas para generar beneficios y resolver problemas. Los debates no continuaron porque el candidato republicano, Donald Trump, rehuyó como “gallo cobarde correlón” después del segundo debate con la candidata demócrata Kamala Harris, desfavoreciéndole, cuando había salido airoso en el primer debate con el presidente Joe Biden, antes de retirarse este de la candidatura, sustituido por Kamala Harris.
A falta de debate, florecen lluvias de encuestas diarias, que dejan entrever una batalla reñida, con mínimas diferencias de favorabilidad compartidas. La credibilidad de las encuestas depende de la imparcialidad y objetividad de los medios que las practican, de manera transparente y seria, con ínfimo margen de error. Entre las encuestadoras hay algunas manipuladoras, que persiguen cazar indecisos, incautos e ignorantes, con ínfulas triunfalistas, que se bandean de un lado a otro, para inclinarse a la opción ganadora, engañándolos con falsos pronósticos. Así, los referidos electores, aunque pierdan con quien votaron, después niegan haber perdido y afirman que votaron por el ganador.
Las campañas políticas se miden y caracterizan de distintas formas. Exaltación emotiva, mística, carisma, armonía y empatía constituyen el imán de atracción que contagia y sustancia el camino al éxito. La candidatura del Partido Republicano, en cabeza de Donald Trump, está menos motivada que cuando él era presidente. Algunos republicanos contribuirán a la derrota de su partido votando por la candidata del Partido Demócrata, argumentando que es la única forma de quitarle la dirección del partido al autoritarismo de Trump, que menosprecia e ignora el régimen partidista e impone criterios caprichosos absolutos, rechazando diferencias y contradicciones, con criterios sectarios y radicales, causando fraccionamientos de sus copartidarios, que necesitan de apoyo para ganar la elección.
Muchos republicanos se abstendrán de votar o votarán contra su propio candidato. A Donald Trump lo apoyan sectas religiosas cristianas, los ricos y las milicias privadas. Lanza burdas y groseras expresiones, ridículos comportamientos, con insultos y gestos arrogantes, condimentados con sátiras, sarcasmos, injurias, difamaciones, vilipendios y calumnias, cuyas actitudes restan más que sumar votos indecisos, que al final eligen.
Según los encuestadores, la elección presidencial se definirá en 7 estados, denominados bisagra, por no afianzarse en términos electorales con tendencias tradicionales fijas y constantes, sino en favor de uno u otro partido. Los estados aludidos son: Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte, Arizona, Michigan, Wisconsin y Nevada. La suma de los delegados de estos estados es de 93 representantes. En 5 de 7 estados excepcionales, ganaría Kamala Harris. En Carolina del Norte, donde ganó Trump, en esta ocasión, por causas de divisiones, podrían perder en ese estado tradicionalmente republicano, como ocurrió en las pasadas elecciones con Arizona, que, en esta, puede ser reconquistada.
No se descarta alguna sorpresa en bastiones republicanos como Texas y Florida, por mínimas diferencias que registran las encuestas. Estos dos estados suman 68 delegados, de los 270 requeridos para ganar la presidencia. Los demócratas están firmes en California, Nueva York, Nueva Jersey, Colorado, Washington, Minnesota, Oregón, Massachusetts, Nuevo México, Illinois, Virginia, entre otros. La mayor fortaleza de Kamala Harris se perfila en las mujeres, jóvenes, afros, LGBTI+, sindicatos y parientes de inmigrantes.
Para ser presidente en Estados Unidos, se requiere que el candidato sea americano de nacimiento o haya vivido más de 14 años en el país antes de las elecciones y que sea mayor de 35 años, sin necesidad de acreditar en su hoja de vida títulos académicos, experiencia, ni antecedentes criminales o disciplinarios. Donald Trump está condenado por delincuente en tribunales y cortes de EE. UU., pero no tiene impedimento para ser elegido presidente y lavar su imagen, auto indultándose.