LA RAZÓN POR LA QUE LA GLORIA DE DIOS SE DESVANECIÓ
18. “Entonces la gloria de Jehová se elevó de sobre el umbral de la casa, y se puso sobre los querubines”. Ezequiel 10.
Dios puede llenar un lugar con su gloria como quitarla conforme a su soberana voluntad. Le ordena a un varón vestido de lino a llenar sus manos de carbones encendidos en medio de las ruedas debajo de los querubines y esparcidos sobre la ciudad. El carbón simboliza el juicio de Dios. La gloria de Dios se apartó del templo de Jerusalén; y el fuego del juicio caerá sobre la ciudad de Jerusalén.
Un querubín de en medio de los querubines extiende su mano al fuego y lo pone en las manos del que está vestido de lino que está por cumplir la voluntad de Dios. Hay cuatro ruedas junto a los querubines, que están llenos de ojos. Todo esto nos enseña que Dios escudriña el mundo entero, y su gloria puede apartarse del templo cuando abunda el pecado. Debemos vivir en santidad para morar en medio de la gloria de Dios.
Una iglesia verdadera es aquella en la que mora la presencia de Dios en todo momento y está llena de su gloria. Los querubines vistos por el profeta Ezequiel son idénticos a los cuatro seres vivientes que vio en una visión junto al río Quebar. Lo característico de ellos es que poseen ruedas y alas. Esto significa que los querubines que se encuentran junto a la gloria de Dios se mueven conforme a la voluntad de Dios.
La gloria de Dios se eleva por encima del umbral de la casa y se pone a la entrada de la puerta oriental de la casa de Jehová, presto a apartarse de allí. La razón por la que Dios se aparta de su templo, es porque el pueblo de Israel ha incumplido el pacto establecido con Él y ha profanado el lugar santo. Los cristianos debemos guardar la santidad de la iglesia que fue comprada por la sangre de Jesucristo, para que la gloria de Dios siempre pueda morar en ese lugar.
Quien no quiera tener a Dios en su corazón, y sirve a los ídolos, traicionándolo constantemente no podrá huir del juicio. Es así que Su gloria abandona a quien no se aleja del pecado. Por eso debemos evaluarnos siempre delante de Dios con temor. Si no nos volvemos de nuestras vidas rebeldes la gloria de Dios nos abandonará. Dios les guarde.