Edicion octubre 18, 2024

EL SEÑOR FIEL QUE NOS RESTAURA

EL SEÑOR FIEL QUE NOS RESTAURA

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EL SEÑOR FIEL QUE NOS RESTAURA

Pastor ICBF Riohacha - Robinson Mejía Iguarán
Pastor ICBF Riohacha – Robinson Mejía Iguarán

3. “ÉL se sentará para afinar y limpiar la plata: limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia”. Malaquías 3.

Si no conocemos quién es Dios y cuáles son sus atributos, con facilidad, podemos criticar a nuestro Creador desde una perspectiva totalmente egocéntrica.

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Habiendo cometido maldad delante de Dios, Israel se queja del Altísimo, de que no ha hecho justicia. La pregunta “¿dónde está el Dios de justicia”? (Mal. 2:17) no proviene de un corazón puro, con la intención de ver a los impíos perecer por causa de la justicia de Dios. Simplemente tratan de evadir su responsabilidad y de ocultar sus iniquidades, tomando por excusa a Dios. En lugar de arrepentirse de los pecados revelados por Dios, critican a Dios; esto nos recuerda a Adán, después de su caída. Una característica típica de una generación espiritualmente corrupta es criticar a Dios, sin arrepentirse de sus pecados.

Dios envía a Su mensajero (el Mesías) para juzgar con justicia, como respuesta a la pregunta de Israel “¿dónde está el Dios de justicia?”. En aquellos días, los israelitas anhelaban a un Mesías político, para sentencia de las naciones y restauración de Israel. No obstante, Israel será juzgado por el Mesías, al igual que los levitas. Será un tribunal de pruebas que limpiará a los sacerdotes de sus impurezas y pecados. Después, será juzgado el pueblo por ser adúltero, por haber acudido a los hechiceros y haber oprimido a los débiles de la sociedad.

La justicia de Dios limpiará a los sacerdotes y sentenciará al pueblo por su maldad. Pero este juicio no tiene como fin la destrucción, sino la preservación de Israel. El amor de Dios por Su pueblo escogido es inmutable.

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Dios no destruye a Israel que peca una y otra vez porque es fiel. Es imposible no confesar la fidelidad de Dios ante Su justicia y gracia. El amor de Dios que sacrificó a Su único Hijo Jesucristo por nosotros, cuando aún éramos pecadores, es el justo juicio de Dios y Su increíble gracia de la salvación.

Así, el Padre nos llama como adoradores, como el pueblo restaurado de Dios y como mensajeros de Su justicia y Su amor. Por lo tanto, debemos vivir ejerciendo una buena influencia en todas las áreas de nuestras vidas con Su amor y justicia y compartiendo los verdaderos valores del evangelio. En medio del sufrimiento, el Señor nos ama hasta el final sin abandonarnos. Dios les guarde.

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