Edicion octubre 17, 2024

Golpes blandos y de estado, mándelo al carajo y gobierne

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Golpes blandos y de estado, mándelo al carajo y gobierne

Columnista - Martín Barros Choles
Columnista – Martín Nicolás Barros Choles

Debilidades, imprecisiones, incumplimientos y abusos de los mandatarios desconciertan hasta a quienes los eligen y esperan acciones positivas en el transcurso del periodo de gobierno. El tiempo no se puede desaprovechar, ni perderlo irritado, victimizado, aduciendo antecedentes negativos y corruptos, ni enfrentando discusiones estériles, en constantes confrontaciones, fundamentadas en desastres e intereses personales, familiares y politiqueros, que en nada nos benefician; más bien perjudican la gobernabilidad, por causas de estancamientos, motivados por distintos factores nocivos, tóxicos y de mala fe, que a nada conllevan. Por el contrario, a todos nos perjudica estar rivalizados y polarizados en radicalismo y sectarismo, por tendencias políticas inservibles que han gobernado y aún siguen gobernando y legislando.

El presidente Gustavo Petro, primero fue opositor y ahora, gobernante, dos posiciones que giran y circulan en vías opuestas de distintas formas. En oposición predomina el inconformismo y se exaltan las protestas populares, tendientes a cuestionar y reclamar derechos que ignoran y vulneran algunos gobernantes, quienes persiguen y castigan a los contradictores cuando se sienten ofendidos por exigencias comprometidas e incumplidas, que desatan represiones y opresiones, originando barreras y distancias entre gobierno y oposición, que terminan irreconciliables.

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Los colombianos estamos saturados de corrupción, derroches y clientelismo politiquero, de carteles o bancadas partidistas tradicionales, que tienen a esta nación a “patas arriba”, requiriendo variar de rumbo. Por eso le dieron una oportunidad de apoyo a la tendencia de izquierda, que no había gobernado, decidiendo votar por Gustavo Petro, quien tuvo la suerte de ser elegido primer presidente de izquierda, con diferencias pírricas o estrechas, pero al fin logró lo que quería: mandar, amparado por un supuesto acuerdo nacional, bautizado “Pacto Histórico”, en el que se unieron variedades de matices partidistas, ciudadanos independientes y desertores de partidos políticos con personería, que han gobernado la República de Colombia durante más de un siglo. ¿Quiénes conforman la directiva del “Pacto Histórico”? ¿Qué programa de gobierno está desarrollando o ejecutando el “Pacto Histórico” conforme al acuerdo nacional?

Gobierno y oposición son dos polos opuestos, donde priman contradicciones generadoras de confusiones, incertidumbres y conflictos, desmotivando el ambiente democrático, por quienes lideran autoría de partes protagonistas. Es decir, una cosa es cuando gobiernan y otra cuando están en oposición. Lo curioso es que, en oposición, critican a los que gobiernan, pero cuando tienen oportunidad de gobernar, repiten lo que antes criticaban; al igual, los que asumen la oposición critican al nuevo gobierno, lo que comúnmente han hecho en prácticas ilícitas, ligadas en un juego de “Pin pon”, en rife rafe, intercambiando críticas y ofensas de todo calibre, que de seguirse mutuamente de manera extrema, terminamos en un caos y violencias que encienden tormentas por desafueros revanchistas, que conllevan al fracaso y devastaciones, registrados en distintos periodos de gobierno.

Ha sido costumbre de la izquierda habituarse a las protestas y paros en vías y espacios públicos, justificando cualquier motivo en condición de oposición a los gobiernos de turno. ¿Si ahora gobiernan, a qué le temen? ¿A una oposición vulgar, odiosa, oscura y adolorida por la orfandad del poder gubernamental sin alternativa reivindicatoria? No deben perder los estribos. Una oposición manejada con inteligencia y cordura, en ambiente cordial con el gobierno, es saludable, agradable y productiva; diferente a atravesarse como “mula muerta” en el camino, vilipendiando, calumniando, saboteando y tirando zancadillas con intenciones de destronar. Esto no es nada nuevo, pero no se debe descuidar ni minimizar el peligro que encierra, sin dejar de prevenir, antes que lamentar, cualquier caída.

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Noto al presidente Gustavo Petro en estado alterado, mostrando debilidades en condición paranoica, por temor a que lo tumben de la presidencia, originado por investigaciones administrativas que adelanta el Consejo Nacional Electoral (CNE), relacionadas con gastos y topes de la campaña electoral, cuyas normas han sido violadas, burladas e irrespetadas por todas las campañas partidistas, que de cumplirse, anularían el 90% de elecciones a Congreso, Gobernación y Alcaldía, junto con la del presidente. Pero que únicamente investigan al último gobernante de elección presidencial popular, Gustavo Petro, para sancionarlo.

Esto ocurre por desorganización e improvisación en los manejos de campañas, cuyos gastos legales establecidos solo equivalen a un 10% de la totalidad de lo que cuesta elegir a un presidente y demás mandatarios territoriales y de listas, contabilizando pagos laborales, incluyendo todo el personal que participa directamente y de corazón en las campañas, en distintos lugares, durante los tres meses de campañas en el territorio nacional, arrendamientos de inmuebles para comandos y millares de vehículos abastecidos diariamente de combustibles, transportes aéreos, publicidades, logística, múltiples eventos, etc.

El presidente Petro debe afianzarse y dedicarse a gobernar antes que victimizarse, acompañado de los suyos, en constante sintonía de comunicación y engranaje articulado con su equipo de gobierno, aliados y coaligados, esquivando el miedo que lo trasnocha e inquieta, paralizándolo. Mande al carajo y sacúdase el karma de “golpe blando” o “golpe de estado”. De igual forma, debe descargar rencillas, rencores y odios enquistados; sepultando el lastre y horrores del pasado que tanto menciona y rememora, para responder a opositores en confrontaciones que no lo dejan avanzar y lo mantienen atolondrado y desquiciado, pidiendo auxilio con movilización popular callejera, alarmando el ambiente mediático cuando no se necesita, dando importancia a provocaciones de detractores que están felices por observarlo nervioso, con temor, corriendo base, cuando requiere es fortaleza para repeler, defender y atender acciones vitales, desarmando y callando a sus detractores con ejecuciones de obras y hechos positivos.

En una nación como Colombia, donde reina e impera la corrupción en los poderes públicos, órganos de control y autoridades penales, no hay para qué temer, cuando todo es factible de negociar y resolver para torcer voluntades y autoridades, a cambio de contratos y dineros, en típica corrupción, ignorando normas constitucionales y legales vigentes, sin importar incurrir en el delito de prevaricato por acción. Todo por la plata. Le tocará al presidente, indirectamente y en comisión, comprar votos a miembros de la Cámara de Representantes y senadores, que están a la orden del día, escuchando ofertas para aceptar y sepultar la investigación de topes electorales. No se espante ni altere, que usted sale de la presidencia el 7 de agosto de 2026. Gobierne con calma y efectividad lo que resta del periodo de gobierno, sin requerir la convocatoria a manifestaciones populares de apoyo.

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