EL AMIGO AL QUE AMÓ COMO A SÍ MISMO
3. “Hizo Jonatán un pacto con David, porque lo amaba como a sí mismo”. 1 Samuel 18.
Una amistad genuina no es egoísta ni competitiva; así es la relación de David y Jonatán. Jonatán ve a David pelear contra Goliat y siente simpatía hacia él. Se siente identificado con David, al verle enfrentar a Goliat, gritando que la guerra es de Dios, sin ningún armamento en sus manos (1S. 14:6-15).
Jonatán toma a David como un compañero de fe, y siente por él una simpatía y una amistad muy profunda. Cuando David comienza a pasar más tiempo en el palacio, Jonatán establece un pacto con él, y le da el manto, su espada, su arco y su cinturón. Se trata de un pacto de hermandad, en el que Jonatán trata a David de igual a igual, como un príncipe. Gracias a él, David logra consolidar su posición como un guerrero valiente.
El pueblo aclama a David cuando Saúl vuelve con su ejército después de pelear contra Filistea. Reconoce que David ha matado a Goliat y ha llevado a Israel a la victoria. Las mujeres salen a recibir al ejército, cantando y danzando con instrumentos para celebrar la victoria. Cantan diciendo: “Saúl hirió a sus miles y David a sus diez miles” (1S. 18:7). Saúl se enoja mucho al oír este cántico.
El pueblo ha reconocido los méritos de David por haber dado muerte a Goliat, pero Saúl cree que David le ha quitado la alabanza que era de él, y lo interpreta como una petición del pueblo de entregar su reinado. Saúl se ha olvidado que tanto su reinado como la victoria en la guerra, vienen de Dios. Así, comienza a sentir celos de los hombres y se aparta de ellos.
Jonatán amaba a David como a su propia vida. Era como si sus almas estuvieran unidas con un lazo. Jonatán demostró su amor por David haciendo un pacto con él y entregándole sus pertenencias. De este modo, el amor revela una gran fuerza al expresarlo a través de las acciones. Dios entrega a Su Único Hijo para que muriera en la cruz para demostrar cuánto ama al mundo y salvar con el amor de la cruz a la humanidad, unos pecadores.
Jesús también nos llamó amigos e hizo un nuevo pacto con nosotros. Por eso, nosotros también debemos amar a Dios y al prójimo y esforzarnos por demostrarlo. Es un regalo de Dios tener a un amigo que queremos como a nosotros mismos. Dios les guarde.