VOLVER A EMPEZAR LA VIDA CON LA PALABRA
12. “Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, a obsequiar porciones y a gozar de gran alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado”. Nehemías 8.
La verdadera restauración de los santos se da cuando escuchamos la Palabra y entendemos la voluntad de Dios. Al séptimo día, todo el pueblo de Israel (varones, mujeres, ancianos y niños) acude a Esdras, el escriba. Dado que habían acabado de reconstruir los muros de la ciudad, debieron haber tenido mucho qué hacer en Jerusalén. Sin embargo, era tal el hambre espiritual que sentían, que antes que nada deseaban alimentarse de la Palabra de Dios.
Congregados todos, leen la Palabra durante casi seis horas y escuchan con atención. Sabían muy bien que habían perecido por desobedecer a la Palabra, por lo que cuando Esdras abre el libro de la ley, todos se levantan en señal de reverencia. Están dispuestos a obedecer con todo su cuerpo y vida; y adoran a Dios postrándose en tierra. La comunidad de fe debe anhelar la Palabra de Dios sobre todas las cosas. Dios se regocija por aquellos que están sedientos de Su Palabra.
Hay vida, y vida en abundancia en la Palabra de Dios. Ella provoca cambios y despierta el espíritu de sus oyentes. Esdras y los líderes espirituales transmiten la Palabra de Dios y la interpretan, y por la gracia de Dios, el pueblo reconoce haber pecado delante de su Creador, y se arrepiente de sus pecados con gran llanto y dolor. Entender y ser tocados por la Palabra es también por gracia de Dios.
Bienaventurado aquel que recibe perdón de pecados y disfruta de la libertad en el Espíritu Santo. Si hemos oído la Palabra y nos hemos arrepentido, entonces, regocijémonos por las misericordias y la gracia redentora de Dios. No permitamos que nadie sea excluido de este gozo; compartamos alimentos con los pobres, y regocijémonos juntos. Recordemos que fuimos creados para gozarnos con el Señor y por Él eternamente.
Más allá de la reedificación del muro de Jerusalén, que es la reforma externa, podemos hallar la esencia de la misma que se encuentra en la reforma interna del pueblo de Israel. La verdadera servidumbre y adoración de Dios se logra escuchando y comprendiendo la Palabra atentamente, y arrepintiéndonos. Así, la fuerza del fiel es alegrarse de Jehová que restaura a Sus hijos a través de la Palabra. Comprender la Palabra de Dios es la verdadera reforma y el verdadero comienzo de la vida. Dios les guarde.