¿QUIÉN ES MI REY?
18. “Aquel día os lamentaréis a causa del rey que habréis elegido, pero entonces Jehová no os responderá”. 1 Samuel 8.
Servir a un hombre convertido en rey no es igual a servir a Dios. Samuel le advierte al pueblo de Israel las consecuencias de tener una monarquía terrenal y les brinda la oportunidad de reconsiderarlo. El pueblo será convocado a ser un gran ejército para proteger al rey y salir a la guerra; proveer de vestidos, palacio y alimentos al rey; sus hijas trabajarán como criadas del rey; sus tierras serán confiscadas por el rey; deberán pagar tributos, y serán esclavizados por el rey.
De ser hermanos con los mismos derechos en la tierra que Dios les ha dado para habitar, pasarán a ser esclavos del rey, a quien tendrán que ofrecer sus tierras y alimentos. He aquí la advertencia: aunque el pueblo clamare por la aflicción causada por el rey, no hallarán respuesta. Esta advertencia señalada desde los cielos servirá para más adelante cuando ellos se den cuenta de su necedad.
El pueblo no quiere oír a Dios y se mantiene firme en su petición, considerando solo los beneficios e ignorando el peligro de sus decisiones. De hecho, el pueblo espera a un líder que se levante para pelear por él en la guerra. Así ha sido hasta ese momento, cuando Dios levantaba un juez y salía a pelear delante de él para rescatar a Su pueblo.
La obra de Dios era evidente, pero el pueblo debía confiar en un Dios invisible o de lo contrario, no tendrian paz y serían consumidos por la inseguridad. Por este motivo, piden un rey visible que pueda salir a pelear por ellos. Así, Dios permite poner a un hombre como rey, dentro de Su infinita providencia.
Los cristianos también vivimos buscando satisfacer ciertos beneficios propios. No obstante, no debemos exigir que los demás se sacrifiquen por nuestro propio bien. Si buscamos alcanzar solo nuestros beneficios, terminaremos atacándonos y destruyéndonos. Es posible que todos deseen ser reyes, en vez de sacrificio.
Por eso, el cristiano debe reconocer esta verdad, confesar que sólo Jesús es el Rey de la humanidad y parecernos a Él, quien se sacrificó por nosotros. Esto se debe a que Jesucristo es el único que se sacrifico en la cruz para salvar a la humanidad del pecado y la muerte. ¿Quién es mi Rey? Ni nuestro verdadero Rey no es ni el dinero ni los hombres poderosos del mundo, sino Dios. Dios les guarde.