LA IMPRUDENCIA ES FRUTO DE LA SOBERBIA
6. “He aquí vienen días en que será llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa, lo que tus padres han atesorado hasta hoy; ninguna cosa quedará, dice Jehová”.
Isaías 39.
En tiempos de prosperidad debemos cuidarnos de no caer en la soberbia, sino entender que todo proviene de la misericordia de Dios. Ezequías fue librado del ataque asirio y sanado de su enfermedad de muerte. Y después de esto, comete un error gravísimo
El rey de Babilonia envía cartas y presentes a Ezequías para felicitarle por su sanidad y establecer convenio con su reino, y a Ezequías no se le ocurrió cosa mejor que mostrar a los embajadores todo el almacén de las armas y todos sus tesoros. En lugar de dar testimonio de las maravillosas obras de Dios, se jactó de su poder y riquezas. Esto es la soberbia. En tiempos de dificultad o de abundancia, de enfermedad o de paz, siempre confesemos que Dios es nuestro único sustento y fortaleza, y anunciemos al mundo entero de sus bondades.
El pecado que más aborrece Dios es la soberbia; y esto acarrea un castigo severo de parte del Soberano. Al ver el corazón enaltecido de Ezequías, Dios manda a Su profeta Isaías a proclamar juicio sobre la casa del rey de Judá. Ya no será Asiria la que venga a conquistar Judá, que por cierto, es de quien siempre han temido, sino que será Babilonia la que le quitará todos los tesoros y riquezas a Jerusalén. No solo esto, sino que los hijos de Ezequías serán llevados cautivos a esta nación.
Un simple error de Ezequías trae aparejada una consecuencia muy grave. Siempre recordemos que por un momento de soberbia y de incredulidad, se nos puede ser quitado todo lo que tenemos y, además se puede afectar nuestra comunidad.
La fe puede curar enfermedades, pero pocas veces sana la soberbia del corazón. Por esta razón, aunque Ezequías tiene una fe fuerte, cae con facilidad en la arrogancia. Y, a pesar de haber sido salvado de la muerte, intenta fortalecer la unión política con Babilonia, confiando en su propia riqueza y gloria en vez de confiar en Dios. En consecuencia, sus actos traen un terrible juicio sobre Judá, demostrándonos que la falta de fe y la altanería pueden quitarnos todo.
Un líder que influencia a varias personas debe tener mayor cuidado aún. Para evitar caer en el pecado de la jactancia necesitamos humildad para reconocer que todo le pertenece al Señor. Cuando confiamos en lo que tenemos y no en Dios, damos lugar a la soberbia. Dios les guarde.