CUANDO NOS HUMILLAN Y NOS INSULTAN
- A los cuales dijo el copero mayor: “Decid ahora a Ezequías: El gran rey, el rey de Asiria, dice así: “¿Qué confianza es ésta en que te apoyas?”. Isaías 36:4.
Los que amamos a Dios no estamos exentos de sufrimientos. Luego de conquistar un gran número de ciudades de Judá, Senaquerib, rey de Asiria, rodea a Jerusalén y envía a Rabsaces para persuadirlos a rendirse. Este se burla de Ezequías delante de los embajadores de Judá, tratándolo como un rey demasiado cobarde para salir a la guerra. Desprecia a Egipto, en quien Judá ha puesto su confianza, y también a Dios.
El rey Ezequías confía en el Señor, por eso llevó a cabo una reforma religiosa, eliminando los lugares altos y llevando al pueblo nuevamente a adorar a Dios en el Templo de Jerusalén. Pero, según Rabsaces, nada de esto es la voluntad de Dios, porque fue Jehová el que mandó a Senaquerib a tomar la ciudad de Jerusalén. Pero, según Rabsaces, nada de esto es la voluntad de Dios, porque fue Jehová el que mandó a Senaquerib a tomar la ciudad de Jerusalén. Recordemos que, porque somos de Dios, el mundo nos aborrecerá y nos criticará (Jn. 15:18-19).
Las potestades del maligno maquinan iniquidad con el fin de destruir la comunidad de Dios. Rabsaces habla a propósito en el idioma del pueblo de Judá, para los que están sobre el muro, puedan entender sus palabras. Con esto pretende infundir temor al pueblo; siembra cizaña para levantar al pueblo en contra de su rey, y así dividir la comunidad.
Ignorando todas estas cosas, los embajadores de Judá se humillan ante Rabsaces, pidiéndole que les hable en arameo, un idioma desconocido para la mayoría de los hombres de Judá, pero su petición es negada. Cuanto más nos pruebe y nos tiente el enemigo, más debemos esforzarnos en mantener viva la fe y la unidad de la comunidad.
El objetivo del rey de Asiria era hacer que el pueblo de Judá dudara de su fe, por medio del mensaje de humillación que envió con su copero mayor. Si en momentos de aflicción nos aferramos al poder del mundo, que es como una vara podrida, seremos motivo de burla de nuestros enemigos. Como cristianos tenemos que poder reconocer que todo es por soberanía de Dios, y pedirle ayuda a Él, aun cuando sufrimos persecución y humillación. Cuando nos rebaja a través de las circunstancias o la gente, debemos seguir la voluntad del Señor, y tomarlo como una oportunidad para restaurar nuestra santidad.
Así mismo, no debemos responder a las agresiones con agresiones, sino con calma, y tenemos que esperar la obra del Todopoderoso, confiando solo en el Dios de la justicia. Cuando el fiel se rebaja por las humillaciones e insultos, debe aprovechar esa oportunidad para restaurar la santidad. Dios les guarde.