Edicion noviembre 25, 2024
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

El glosario de la vida social contemporánea

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Columnista - Abel Medina Sierra – Investigador cultural
Columnista – Abel Medina Sierra – Investigador cultural

Nuevas relaciones, nuevas palabras

Las nuevas formas de sociabilidad que impone la vida contemporánea de modernidad líquida, de positivismo exacerbado, desarraigo y espíritu viajero, de relaciones mediatizadas, de amores virtuales, también crean cambios en el habla, en especial en la generación Z.

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Los cambios tan frecuentes en las formas en que las personas se relacionan y se ligan, han sido la puerta de entrada para una cantidad considerable de neologismos que revelan la alta incidencia de la lengua inglesa para nombrar nuevas realidades. Han surgido nuevas prácticas asociadas a las relaciones y comunicaciones amistosas y amorosas que se establecen a través de plataformas como Tinder, Meetic, Hinge, pero también se trata de nuevos nombres para viejas realidades en una especie de snobismo verbal que solo sirve para descrestar y hasta el uso de un argot que los jóvenes apropian para esconder su vida privada ante los padres y adultos.

Los neologismos

Seguramente usted, amigo(a) lector(a), se sorprenderá como yo de tantos términos que hoy cobran vigencia en ese campo semántico de las relaciones sociales y amorosas. Echemos una mirada.

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Ya en escritos anteriores me he referido al sneating, la forma de llamar esa práctica que en la región caribe conocemos como “muelear”, aunque el sneating tiene más aplicación en esas citas a ciegas en las que, generalmente la mujer, se hace la que olvidó la cartera o la tarjeta y para que el hombre pague las comidas y bebidas. No está interesada en ninguna relación sino en “muelear”, no hay una segunda cita. Quizás lo contrario sería el hardballing, como se denomina a esas relaciones que parten con un acto de parresía: decir de entrada la verdad, cueste lo que cueste. Cada uno dice de antemano qué tipo de relación quiere, hasta dónde llegará, reconoce si tiene otra relación, qué le disgusta.

Desaparezco, aparezco

También me referí en otro escrito sobre el ghosting esa práctica de ligar a una persona, aprovecharla y luego irse esfumando como un fantasma: se deja en visto, se bloquea, se le pierde de vista sin decir ni
“chao”. También se le llama cloaking (tapar) cuando la persona bloquea a la otra persona en todos los canales posibles de comunicación. La víctima de un ghosting suele entonces caer en ghostbusting (cazafantamas), cuando insisten en buscar y tratar de mantener la comunicación, aunque el otro “ni bolas le para”. Se convierte en zombieing cuando alguien que se esfumó como fantasma un tiempo, luego decide hacerse “visible” otra vez y reconquistar. Algo parecido al submarining: ignorar a la pareja durante semanas o meses y después asomar como un submarino, como si nada: “¡Volví!”.

Interés, cuánto vales

Una palabreja de este mundo snobista, me fue remitiendo a otras, así que encontré, por ejemplo, que muchas personas practican la hipergamia. En aplicaciones como Tinder son aquellas en las que la persona siempre busca ligar a otras que tengan alto estatus social, económico incluso profesional (también le llaman throning porque buscan un trono). Una especie de arribismo que nos es cosa nueva, especialmente en las mujeres.

Algo similar es el fishing que es ese arte de pescar, no precisamente en aguas, sino en las redes algún o alguna incauta que caiga rendida bajo apariencias.  A veces, para lograr “pescar”, se requiere usar el catfishing que implica crear una identidad falsa para seducir a alguien (tomar una foto de otra persona para seducir, por ejemplo, tratar de descrestar que le gusta la música clásica cuando no la escuchan).

Una de las formas más usadas para “pescar” potenciales parejas en las redes sociales son las llamadas thirst trap (trampas de sed), en las que, generalmente una mujer, publica una imagen con el propósito de llamar la atención de alguien utilizando sus atributos físicos: un escote insinuante, luego pasa al ombligo, vestido de baño, la puntica de la nalga… y así va subiendo la trampa hasta que alguno cae.

Sin compromiso, mijito

Se practica firedooring (puertas de salidas de incendios) cuando una persona tiene una pareja a la que solo acude cuando necesita algo de ella. En la región también se le suele llamar a esa relación descompensada “apaga incendios”. Se aplica benching (tener a alguien en la “banca”) cuando, por ejemplo, la mujer no toma decisión y manipula al hombre con una eterna espera. Solo salen o se ven cuando ella lo decide.  Algo parecido es el breadcumbring (miguita), que es cuando hacemos que alguien no pierda interés dándole “migajas” de tiempo o atención.

En estos tiempos en que lo sólido se tornó en líquido, el hormigón en icopor, lo duradero en efímero, hay parejas que les cuesta declarar que tienen una relación. Evitan decir que son “novios” o “prometidos” y prefieren decir que están en una relacionship, es decir, están “fluyendo”, ni amigos, ni novios. En este enredo de extranjerismos, la generación Z llama catch and reléase (capturar y liberar) cuando somos insistentes para seducir a una pareja, pero cuando ya la tenemos, le decimos “Chao, ´tamo hablando”.  Es decir, una vez se logra el objetivo, se pierde el interés; la gracia está en la caza y no en disfrutar la presa.

El que espera, desespera

La palabra cricketing, se aplica cuando se dejar en visto un mensaje por varios días como gesto de desinterés, venganza o menosprecio. Es una táctica para hacerse esperar o desear, siempre aparece después. Aunque alude al desesperante sonido de los grillos, más bien se refiere al largo silencio después de un sonido. Otra modalidad es el curving, ocurre cuando la persona responde los mensajes de manera lacónica o evasiva (te está haciendo la curva). Por otra parte, el negging es lo que hace un escritor amigo: cuando le interesa una nueva autora, le hace comentarios negativos pero disfrazados que intentan anular su talento para que lo vean a él como una posible pareja redentora (le niega todo).  Orbiting (orbitar) es lo que hace esa persona que se pasa el tiempo dando likes, viendo reels y stories, pero que evita interactuar con determinación. Si hablamos de cushioning (amortiguamiento) es a lo que en nuestro medio nos referimos como “un clavo saca a otro clavo”.  Es coquetear con alguna persona para mitigar el golpe que nos acaban de dar, tener un plan B para el despecho.

La culpa es tuya

Los psicólogos últimamente han puesto el ojo en la práctica del gaslighting (luz de gas). Una modalidad de violencia psicológica, en la que, por ejemplo, el hombre trata por todos los medios de convencer a la mujer que se imagina lo que ocurre, que lo que recuerda no pasó así, que todo lo malo que pasa es culpa de ella, confundiendo sus recuerdos y su realidad. Y tu pareja está usando el pocketing cuando es como si quisiera esconderte en el bolsillo, te tiene como moto robada o bolsa de perico pues no sale contigo, no te presenta ante las amistades o familiares. También se le llama roaching (cuchara) que implica señales como falta de compromiso, incumplimiento de citas, comportamiento reservado.

Se habla de gatsbying (en alusión al personaje de la novela “El gran Gatsby” y su obsesión por Daisy Buchanan) cuando se vuelve común que la persona cuelgue memes, post, fragmentos de canciones o una story con indirectas que van para una persona específica con la que tuvo o mantiene una relación. Seguimos la larga lista con hoovering (pasar la aspiradora), ocurre cuando una persona que ha tenido muchos “pecadillos”, trata de dar a entender que ya está “recogido” o se “ajuició” y está limpiando su vida para reconquistar a alguien. Y se trata de un love bombing (bomba de amor) cuando la persona se entrega toda y se vuelve miel en los primeros meses de la relación, pero la bomba se desinfla pronto cuando consigue otra relación y muestra toda la hiel.

Con el tiempo, los de generaciones adultas menores y mayores, tendremos que tener a la mano un diccionario si no queremos perderle el ritmo a la vida social y las nuevas formas de socialización y de ligar que tienen nuestros hijos y nietos. Así como han cambiado las formas de flirtear, un reto para psicólogos y sociólogos, también los linguistas tienen hoy una tarea para entender mejor los cambios de la lengua en la posmodernidad.

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