Edicion noviembre 25, 2024
CUBRIMOS TODA LA GUAJIRA

Barrancas y Manaure rezagados al progreso

Barrancas la gaujira

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Columnista - Martín Barros Choles
Columnista – Martín Nicolás Barros Choles

Dos municipios mineros de La Guajira están rezagados del progreso, cuando deberían estar mejor posicionados, en condiciones positivas y altruistas, pero no es así. ¿Culpa de quién? Del desamor y falta de sentido de pertenencia; comprometiendo responsabilidad, que implican: política, avaricias e indiferencias; nutrida, con el predominio de corrupción, contra el progreso y bienestar colectivos.

No es justo estar como están los citados municipios. Uno con la mina de carbón más grande a cielo abierto, descubierta desde el siglo pasado, ubicada de manera global en el Municipio de Barrancas, desde antes de deshacerse del corregimiento de Calabacito, hoy Albania, por un alcalde de apellido Soto, justificando el abandono por no tener presupuesto para pagar el sueldo de corregidor y el municipio de Maicao lo adoptó, hasta su emancipación, elevada a territorio municipal.

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El Municipio de Hatonuevo se segregó de la municipalidad para constituirse en municipio, fraccionando la distribución del gran proyecto minero, con que ilusionaban impulsar el progreso, para mejorar las condiciones de vida, en prosperidad de sus habitantes, que están resignados a vivir como Dios quiera, perdiendo esperanzas de progreso y oportunidades de emprendimientos, por la forma burda como se apropian y reparten los recursos que deben invertirse en obras de infraestructuras y seguridad, para ofrecer alternativas agrícolas, turísticas, industriales y laborales; urbanas y rurales, mancomunadamente con capitales privados.

El municipio de Manaure es el tercero entre los referenciados municipios del departamento de La Guajira, después de Riohacha y Maicao. Comenzó la explotación artesanal por familia wayuu desde 1900 y fue legalizada durante el gobierno de Marco Fidel Suárez en el año 1920, institucionalizando la explotación a través de Ifis Concesión Salina, administrada por el Banco de la República. A Manaure, cuando era corregimiento de Uribia, le calculaban explotación de sal en cantidad suficiente para abastecer el consumo humano del 70% de los habitantes de Colombia. La mina de sal marina, no mineral, más grande del territorio nacional está ubicada en Manaure, para producir un millón de toneladas anuales, pero estamos por debajo de Brasil, Chile y Argentina. ¿Qué ha pasado para que Manaure se estanque en el progreso?

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Manaure fue el primer corregimiento creado como municipio, mediante ordenanza No. 015 de 1973, comenzó a regir como tal a partir del primero de octubre de 1974, designándose por decreto departamental del gobernador, Lorenzo Solano Peláez, siendo el primer alcalde, Manuel Marcelino “Manenchi” Mengual Meza. Con la apertura de funcionamiento del nuevo municipio de La Guajira, le construyeron un muelle para transportar la sal a Riohacha y Barranquilla.

De igual forma, se extendieron el número de charcas para incrementar la explotación sobre las dos que se encontraban en operación, a cargo de diferentes familias wayuu encargadas de la extracción de sal en forma artesanal, con la finalidad de impulsar procesos de industrialización de productos derivados de la sal, productos, condimentos refinados, jabón, soda, cloro, hipocloritos y otros productos de consumo animal y uso artesanal doméstico.

Manaure se estancó únicamente en el cultivo de la sal marina, cuando se ha debido impulsar un complejo industrial de productos y subproductos derivados de la sal, destinados para consumo comercial, local, nacional e internacional; con los cuales se garantizaba oportunidad de trabajo, laboral y ofertas de servicios, inherentes con la operación, a indígenas y arijunas que habitan el territorio manaurero. Con los ingresos que de ella obtengan, contribuyen con el mejoramiento en el estilo de vida.

Manaure fue premiada con derechos de regalías que logró conseguir el exsenador Rodrigo Dongón, convocando a debates a ministros de Minas y Hacienda, que consideraban que ni La Guajira ni Manaure tendrían derechos a regalías por la explotación de gas en plataformas marinas, logrando al final, con la venia del presidente Virgilio Barco, insertar la norma en la ley de Regalías a favor de nuestro departamento y la capital salinera de Colombia. Nada se sembró con recursos de regalías en el territorio municipal, que recibían en la década de los 90, estas se esfumaban e irrigaban en pagos de favores y compromisos políticos y despilfarros.

No se construyeron obras e infraestructuras para abrir espacio en emprendimientos relacionados con turismo, aprovechando sus preciosas y hermosas playas, para su explotación económica; complementadas con criaderos de crustáceos entre Mayapo y El Pájaro. No se concibe que el municipio de Manaure no tenga una planta desalinadora que solvente la grave necesidad del agua en cabeceras y comunidades, porque recursos económicos sí han habido para atender la prestación de esos servicios, pero si la malgastan o se la apropian, en repartos personales y familiares, jamás tendrán progresos. De los habitantes de una territorialidad depende la suerte del atraso o progreso, con lo que puedan cotizarse sus habitantes para rentar en bienes y servicios.

El municipio de Barrancas está estancado o encallado, ha perdido las mejores oportunidades de crecer, no se invirtió en los campos agrícolas para constituirse en una despensa de alimentos. De nada sirvió la explotación minera, dejándonos recuerdo de un sueño fantástico, que termina en tristeza. Se perdieron buenas tierras por motivos de explotaciones de carbón, despojando, desalojando y expropiando a sus dueños para satisfacer el interés de personas particulares, operador minero, pisoteando derechos humanos con complacencia de autoridades competentes y el apoyo de aduladores vende patria criollos.

Por no obligar a los trabajadores de la mina a vivir en cercanía del municipio de Barrancas, por carencia de servicio público local. El proyecto minero en vez de contribuir en convenio con la administración municipal, la implementación de los servicios de agua, alcantarillado, energía y vías; prefirió financiar el transporte terrestre y aéreo a Barranquilla y Bogotá a trabajadores y directivos, a costa de la explotación; gastándose durante 20 años, más de lo que pudiera costar el funcionamiento de un acueducto. Para remate, urbanizó la mina y construyeron hoteles para los visitantes al proyecto, que venían alojándose en Barrancas, cambiara de hospedaje. Lo último, no están vinculando en Cerrejón, una cantidad valorable de nativos, para operadores que sustituyen a pensionados.

Las compraventas de votos para ganar alcaldía y concejos de Barrancas tienen al municipio patas arriba. De nada ha servido el privilegio de haber tenido el mayor ingreso en regalías de carbón y tener la dicha hoy en día de elegir los dos representantes a la Cámara por La Guajira, sin reflejarse optimismo esperanzador que estimule soñar o visionar espacios emprendedores.

El maltrato en manejo de los recursos económicos tiene consecuencias nefastas, si no se rebela el pueblo, frena a los actores y cómplices, permanecerán en la inmundicia, pasivo sumiso o inconforme miedoso, que a nada conlleva, sino a burbujear más desgracias y ruina moral. Tener las obras inconclusas y paralizadas, cuando se dispuso de los recursos presupuestados para su ejecución, no es de aguantar, para no denunciar. Peor aún, engañar con las entregas de llaves de casas inexistentes, es una burla que debe generar reacciones de respeto y sanciones disciplinarias. ¿De esa forma, cómo puede progresar el municipio de Barrancas?

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