Edicion octubre 6, 2024

Sintiencia animal #NoMásOlé

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Columnista - Arcesio Romero Pérez
Columnista – Arcesio Romero Pérez

Después de catorce intentos, por fin el Congreso de la República dijo “no más olé” y aprobó, por primera vez, una ley que prohibirá las corridas de toros en Colombia. Fue una gesta, que según Juan Carlos Posada, coautor del proyecto, representa “un anuncio importante para los miles de ciudadanos que aman la vida, pues se elimina la tortura animal disfrazada de cultura”. A mi criterio, es sin duda, un hecho histórico en la protección de los derechos de los seres sintientes. Una demostración de que el humanismo responsable debe apostar por la vida y no por la muerte de quienes, con iguales derechos, cohabitan un hogar común llamado Tierra; un lugar, donde lamentablemente, se les valora más como propiedades que como seres.

La aprobación de esta ley es un mensaje al mundo de que somos un país que prioriza la protección y el bienestar animal, y además capaces de realizar una transformación cultural que nos saque del burladero de la barbarie con dignidad. Una dignidad que nos lleve a comprender que los animales, al igual que nosotros, tienen necesidades y emociones en torno a la comodidad, el compañerismo y la libertad, y pueden experimentar tanto dolor físico como psicológico.

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Sobre este gran avance legislativo se pronunciaron los defensores de los derechos de los animales, quienes manifestaron que “los animales merecen estar libres de dolor y sufrimiento por esta razón: porque son sintientes”. Pero, ¿qué significa ser sintiente? La sintiencia animal es definida por las organización World Animal Protection como “la capacidad de sentir una variedad de emociones y sentimientos, como placer, dolor, alegría y miedo. Algunos animales incluso experimentan emociones complejas, como el duelo y la empatía. Los animales son seres sintientes, es decir, seres cuyos sentimientos deberían importarnos”. Esta precisión contempla varios elementos de creencia meramente humana que hacen sujeto a los animales del sentir y padecer al igual que el homo sapiens, y por lo tanto, su sintiencia debe ser comprendida y valorada y no invisibilidad por el antropocentrismo,

Los filósofos llevan milenios debatiendo la existencia de la sintiencia. El utilitarista inglés Jeremy Bentham llegó a expresar: “La pregunta no es ‘¿pueden razonar?’ ni ‘¿pueden hablar?’, sino ‘¿pueden sufrir?‘”. Estos cuestionamientos formaron, como consecuencia del análisis del sentir, una rama de la filosofía llamada sensocentrismo o sintientismo, que sostiene que cualquier ser capaz de sufrir merece un valor moral.

La sintiencia también está presente  en varias religiones, especialmente en las orientales. La sintiencia es un principio central del jainismo, cuyos seguidores creen que los animales tienen sentidos y alma, lo que los lleva a prácticas no violentas hacia todos los seres vivos.

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Los científicos han abordado el tema de sintiencia de muchas formas. Dos entradas de la Encyclopedia of Animal Behavior la definen como “la capacidad de tener sentimientos” o como “la profundidad de conciencia que posee un individuo”. Las líneas entre “sintiencia”, “conciencia” y “sapiencia” (capaz de sabiduría) a menudo son borrosas. Sin embargo, últimamente se están unificando criterios en torno a una terminología compartida. El Sentience Institute, resignifica la sintiencia como la “capacidad de tener experiencias positivas y negativas”. Y por otra parte, los investigadores están avanzando en estudios que aportarían pruebas adicionales para comprobar la hipótesis de que los animales “sienten dolor y de que muchas especies pueden ser capaces de realizar introspección”.

A pesar de los esfuerzos en los campos culturales, científicos, legislativos y religiosos, el reto de la humanidad es elevar el bienestar animal a un tema prioritario de importancia mundial, para lo cual se necesita aumentar la comprensión del público sobre la sintiencia animal. En ese sentido, el Estado Colombiano ya había dado un paso clave a través de la Ley 1774 de 2016, la cual estableció que los animales vertebrados como seres sintientes no son cosas, recibirán especial protección contra el sufrimiento y el dolor, en especial, el causado directa o indirectamente por los humanos. Según World Animal Protection, la interpretación y aplicación de esta norma debe ser simple: “si una criatura es capaz de sufrir, debemos evitar causarle sufrimiento tanto como sea posible. Golpear a un perro se considera incorrecto no porque sea ilegal, sino porque podemos reconocer que el perro siente dolor, y el dolor innecesario no es ético”.

De cara al futuro, es probable que esta tendencia continúe. La sombrilla de protección no puede limitarse al espectro de los vertebrados, existen billones de insectos, peces y otros invertebrados en los que no solemos pensar e ignoramos si son capaces de sentir placer y sufrimiento. En Colombia, la senda construida debe apuntar a la abolición de otras espectáculos de tortura animal como las corralejas, las peleas de gallos y de perros, y el maltrato de animales en circos, entre otras vergüenzas de la “incultura” humana.

Finalmente, quiero dejarles a consideración de su conciencia, sintiencia y sapiencia, el artículo 4 de la Declaración Universal de los Derechos del Animal (1978), firmada por la UNESCO y posteriormente, por la ONU, el cual establece: “(a) Todo animal perteneciente a una especia salvaje tiene derecho a vivir libre en su propio ambiente natural, terrestre, aéreo o acuático y a reproducirse. b) Toda privación de libertad, incluso aquella que tenga fines educativos, es contraria a este derecho”. Y de ñapa, el artículo 10, que reza: “a) Ningún animal debe ser explotado para esparcimiento del hombre. b) Las exhibiciones de animales y los espectáculos que se sirvan de animales son incompatibles con la dignidad del animal”.

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