En el área costera de Riohacha, justo en la margen izquierda de la desembocadura del río Ranchería, se encuentra un lugar oculto para la población criolla. Esta área tiene, en contraste, una condición sagrada para los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta. Diariamente, deportistas, pescadores y turistas pasan sobre este sitio sin comprender el riesgo que ello implica y el significado de este punto de la Línea Negra. Al pasar sobre su superficie los transeúntes arr orgánicos, plásticos y botellas sin comprender las funestas consecuencias de sus imprudentes actos. Ellos ignoran que los sitios se encuentran asociados con mensajes que les hacen inteligibles dentro de una cosmología y les dotan de sentido. Este punto se llama Zongla.
El nombre del sitio se deriva de un personaje mitológico que, siguiendo la tradición oral wiwa, existió en tiempos extraordinarios, antes de la aparición de los seres humanos. Zongla se manifiesta a través de relámpagos que van de las tierras bajas hacia las partes altas de la Sierra Nevada. Se le considera un ser negativo rodeado de un halo verdoso. A Zongla hay que hacerle periódicamente rituales como se acostumbra en otros lugares sagrados. A este ser no se le entregan tributos de valor. Nada vivo o dotado de energía se le ofrenda. Se le entregan objetos poco valorados como una hoja marchita y pequeñas basuras dado que se trata de un ser negativo y se busca con ello que su fuerza se debilite. Si se le otorgan sustancias vitales y dotadas de energía como una hoja verde, semen humano o granos de cereales puede aumentar su capacidad destructora y hacer un inmenso daño sobre la tierra y los seres vivientes.
¿Cuál es el ámbito del gobierno de Zongla y por qué se le teme? Los pagamentos que se le hacen van dirigidos a evitar que surjan eventos naturales catastróficos como erupciones volcánicas, terremotos, huracanes y tormentas tropicales. De la energía de Zongla dependen también las acciones violentas propias de grupos armados irregulares como son los conformados por narcotraficantes, guerrilleros y paramilitares. En el pasado Zongla estuvo muy activo y su energía pudo alimentar las acciones de los violentos. Hechos cruentos se ejecutaron a través del llamado Bloque Norte, al mando de Jorge Cuarenta, entre ellas las masacres de El Limón, (2002); Potrerito (2003); Las Mercedes (2003); y La Laguna (2003) que costaron las vidas de decenas de miembros del pueblo wiwa.
Hay alarmantes señales de que Zongla ha despertado. Así lo indican las dolorosas noticias sobre el estado de zozobra que viven hoy los miembros del pueblo wiwa en la Sierra Nevada de Santa Marta. Según informan organizaciones humanitarias unas 120 familias indígenas han sido desplazadas de sus asentamientos tradicionales situados en las áreas rurales de Riohacha, Dibulla y San Juan del Cesar en La Guajira.
Los enfrentamientos entre organizaciones dedicadas al narcotráfico como el Cartel del Golfo y los Pachenca, se han intensificado causando un extendido temor entre campesinos e indígenas. La presencia de estos grupos armados anuncia un florecimiento de los cultivos ilícitos, la minería ilegal, la extorsión generalizada y el narcotráfico. Nuevamente se han registrado ejecuciones extrajudiciales y descuartizamientos de cuerpos humanos en las poblaciones cercanas a la Troncal del Caribe. Todo eso viene aparejado con la intensificación de la violencia contra los grupos indígenas de la Sierra y la población campesina.
Lo que más causa terror en la región es la forma soberbia en la que estos grupos desafían abiertamente al Estado colombiano. Se enfrentan en combate abierto con el ejército nacional causando la muerte de suboficiales y soldados. Ello muestra su inmensa osadía, experiencia adquirida y capacidad armada.
Como si un extraordinario poder estuviese detrás de sus acciones violentas.
Como si el mismísimo Zongla hubiese despertado.