Edicion octubre 6, 2024

La danza de promesas: Un ballet de desafíos y esperanzas

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Columnista – Juana Cordero Moscote

Recientemente, hemos sido testigos de los anuncios de grandes proyectos en La Guajira, promovidos por el gobernador Jairo Aguilar y el alcalde Genaro David Redondo Choles. Desde la presentación de diseños para la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (Ptar) en Riohacha hasta la iniciativa de construir un faro en el malecón de la ciudad, estas acciones prometen un futuro más próspero y sostenible para la región. Sin embargo, en medio de estos anuncios de progreso, surge la pregunta inevitable: ¿estamos realmente avanzando hacia un desarrollo equitativo y sostenible, o estas iniciativas son simplemente una fachada para ocultar problemas más profundos?

Es esencial cuestionar si estos proyectos están abordando de manera efectiva las necesidades fundamentales de la población guajira. ¿Están realmente destinados a mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos, especialmente aquellos que han sido históricamente marginados y excluidos? Además, ¿se están implementando medidas para garantizar la participación y el beneficio equitativo de todos los sectores de la sociedad, o solo están favoreciendo a ciertos grupos de interés?

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Es importante considerar si estos proyectos están siendo desarrollados con transparencia y responsabilidad, asegurando que los recursos públicos se utilicen de manera eficiente y en beneficio del bien común. ¿Se están teniendo en cuenta las opiniones y preocupaciones de la comunidad en la planificación y ejecución de estos proyectos, o se están imponiendo desde arriba sin un verdadero diálogo democrático?

Además, es crucial reflexionar sobre el impacto a largo plazo de estas iniciativas en el medio ambiente y en la sostenibilidad de la región. ¿Se están implementando medidas para mitigar cualquier impacto negativo en los ecosistemas locales y en la salud de la población, o estamos sacrificando el futuro por el bienestar a corto plazo?

No podemos ignorar el contexto en el que se desarrollan estos proyectos. La Guajira ha enfrentado desafíos históricos, desde la crisis ambiental hasta la falta de acceso a servicios básicos como el agua potable. Si bien es alentador ver avances en estas áreas, debemos ser críticos y exigentes con respecto a la implementación y el impacto real de estas iniciativas.

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La iniciativa de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales en Riohacha representa un avance positivo en la lucha contra la contaminación ambiental en la región. No obstante, su efectividad estará condicionada por la calidad de su diseño, su adecuada operación y la gestión transparente de los recursos asignados para su construcción. Es imperativo que la comunidad se mantenga vigilante y participe activamente en este proceso para asegurar que las promesas realizadas por las autoridades se cumplan de manera efectiva y transparente. La falta de claridad en torno a este proyecto genera incertidumbre, por lo que es fundamental que se establezcan canales de comunicación abiertos y transparentes entre las autoridades y la comunidad para garantizar una colaboración efectiva y un seguimiento adecuado del proyecto.

El proyecto del faro en el malecón de Riohacha presenta una oportunidad emocionante para estimular el turismo y fortalecer la economía local. No obstante, es crucial garantizar que este desarrollo no comprometa la preservación del valioso patrimonio cultural y natural de nuestra región. Para lograrlo, es necesario llevar a cabo un proceso de consulta y planificación inclusivo que involucre activamente a la comunidad. Este proceso debe respetar y valorar la identidad y necesidades locales, priorizando la promoción de una cultura ciudadana sólida y un sentido de arraigo. Más que seguir el ejemplo de otras ciudades como Barranquilla, debemos aprender de su experiencia y construir nuestro propio camino hacia el éxito. Esto implica aprovechar las lecciones aprendidas por los barranquilleros hace décadas para forjar un futuro próspero y sostenible para nuestra comunidad. Se trata de crear un modelo único y auténtico que refleje nuestra historia, valores y aspiraciones, y que nos lleve hacia un desarrollo equilibrado y armonioso que beneficie a todos los ciudadanos. con las bases que contribuyeron los barranquilleros

Además, es alentador ver el esfuerzo del gobierno por establecer colaboraciones internacionales, como el acuerdo con Israel para mejorar el acceso al agua en La Guajira, como lo expliqué en mi columna El Milagro Del Agua: ¿La Guajira Cómo Exportadora Potencial? Sin embargo, estas asociaciones deben basarse en principios de equidad y reciprocidad, asegurando que los beneficios sean compartidos de manera justa entre todas las partes involucradas.

Resulta interesante observar cómo el alcalde Genaro David Redondo Choles ha cambiado de rumbo, pasando de las promesas de “fami empresas” para tener una Riohacha sana a abrazar el concepto de urbanismo táctico en su afán por “Hacerla Grande” según el programa de gobierno que él y su equipo parece que adoptaron. Sin embargo, es esencial recordar las promesas iniciales que hizo en campaña y mantenerlo responsable de cumplirlas.

En última instancia, debemos recordar que el verdadero éxito de estas acciones se medirá en su impacto en la vida de las personas, especialmente de aquellos que han sido históricamente marginados y excluidos. La Guajira merece un futuro en el que todas sus comunidades tengan acceso a servicios básicos, oportunidades de desarrollo y una calidad de vida digna.

Como ciudadanos, debemos continuar siendo críticos y exigentes con nuestras autoridades, pero también mantener la esperanza y la determinación de construir un mejor futuro para todos en Riohacha y La Guajira. Juntos, podemos superar los desafíos y trabajar hacia una región más justa, próspera y sostenible para las generaciones venideras.

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