- Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: “Habría sido por cierto conveniente haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir este perjuicio y pérdida”…
- y me ha dicho: “Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; además, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo”.
- ”Por tanto, tened buen ánimo, porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho.
- Con todo, es necesario que demos en alguna isla”.
Un viento suave les da a los marineros un rayo de esperanza de que puedan llegar a salvo a su destino. Se hacen a la mar, pero de repente, se encuentran en medio de una gran tormenta.
Lucas, el autor de Hechos, relata con detalle lo horrible que es la tormenta y las acciones desesperadas que toman para permanecer vivos. Los marineros son expertos. Saben lo que deben hacer en una tormenta. Hicieron ajustes en el barco, la dirección y la carga, simplemente para mantenerse con vida. Ellos conocen su prioridad, pero después de todo ello no se pueden librar de la tormenta. Tras tres días de lucha, pierden la esperanza de salir con vida de la tormenta. Están realmente desesperados.
Transcurrido algún tiempo, Pablo trae palabras de aliento. Sorprendentemente, incluso en este momento precario, no pierde la oportunidad de reprenderlos primero por actuar en contra de la sabiduría, al hacerse a la mar en esa época del año (v. 21). Pero Pablo pronto capta su atención en su Dios lleno de gracia al comunicar el mensaje que recibió sobre el destino de su viaje.
Dos cosas son dignas de mención. Primero, Pablo deja claro que él confía en Dios y que las cosas van a ocurrir exactamente como Él dijo. Segundo, a sabiendas de que Dios los pondrá a salvo (v. 25), no los exime de que hagan lo que deben hacer para llegar a un lugar seguro (v. 26).
Si bien Pablo les había advertido que la navegación sería con perjuicio y mucha pérdida, el centurión y el piloto insistieron en continuar el viaje. Cuando ignoramos las advertencias de Dios y nos valemos de nuestra experiencia y conocimiento, podemos encontrarnos con tempestades en la vida. Al final, el barco se encuentra con un viento huracanado llamado Euroclidón, y todos los que están en la nave, luchan por su vida durante catorce días.
Cuando habían perdido la esperanza de salvarse, Pablo tranquiliza el corazón de los tripulantes y pasajeros, al decirles que ninguno morirá, porque Dios le ha prometido llevarlo a Roma a predicar el evangelio. De esta manera, los que tenemos la Palabra de Dios, podemos alentar y dar esperanza de salvación a los que no la tienen.
Como cristianos, debemos dar el mejor testimonio del Dios vivo y verdadero en medio de la crisis. Dios les guarde.