Edicion octubre 7, 2024

José pone a prueba a sus hermanos

José pone a prueba a sus hermanos

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Entonces se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo:— “Espías sois; para ver las regiones indefensas del país habéis venido”.

Génesis 42.

 

Pastor ICBF Riohacha - Robinson Mejía Iguarán
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La hambruna une a José con su familia. Es grande la sequía en Canaán y la familia de Jacob se queda sin alimentos. Jacob manda a sus diez hijos a Egipto a comprar alimentos, exceptuando a Benjamín, hijo de Raquel. Mientras esto ocurre, es evidente cómo Jacob todavía guarda heridas por la pérdida de su hijo José.

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Los hermanos se inclinan ante el gobernador de Egipto, encargado de la venta de alimentos. La frase: ”José… le vendía trigo a todo el mundo” (Gn. 42:6) significa que él era el que sustentaba a las naciones. Sus hermanos no le reconocen (v. 6). Se cumple así el sueño de José de hace veinte años (Gn. 37:6-10). Dios ha moldeado a José a través de la aflicción y ha permitido la hambruna para cumplir el sueño que Él le había revelado.

José aparenta no reconocer a sus hermanos y los acusa de ser espías. Los lleva a una situación extrema para examinar si ellos han cambiado con el tiempo. Sus hermanos presentan a su familia como defensa de su inocencia (Gn. 42:13). En este interrogatorio, José oye noticias sobre su padre y su hermano menor, Benjamín.

Manda a uno de ellos ir a buscar a Benjamín para corroborar la veracidad de su testimonio. Sus hermanos no saben qué hacer, por cuanto saben que Benjamín es el hijo que ha reemplazado el lugar de José (Gn. 42:4). Pero con Benjamín, José prueba a sus hermanos. José los echa a la prisión durante tres días, tiempo que les habría servido para experimentar la aflicción de José de manera indirecta, además de examinar y reconocer sus faltas cometidas.

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Al enfrentarnos a alguien que nos hizo sufrir mucho, podemos sentir ira, odio e inquietud. Cuando esto pasa, Dios desea que fijemos nuestra mirada en Él, que guía toda situación con Su providencia, en vez de confiar en el hombre. También desea que avancemos por el camino de la fe seguros de que se cumplirá Su buen plan.

Dios sana nuestro corazón herido y tratará a la persona que nos hizo sufrir a Su manera. Por lo tanto, debemos recordar que para los fieles el sufrimiento y las heridas no son un yugo del pasado, sino un pilar que nos acerca más a Dios.

Podemos superar la aflicción y las heridas cuando reconocemos la soberanía de Dios en todo. Dios les guarde.

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