Y dije: “¡Quién me diera alas como de paloma! Volaría yo y descansaría …
Me apresuraría a escapar del viento borrascoso de la tempestad”.
Dios es el eterno refugio de los afligidos y atribulados. Este salmo fue escrito después de la rebelión de Salomón contra su padre David. El rey se encuentra en el pantano de la desesperación y de la muerte, por la traición de su amado hijo y de su súbdito Ahitofel. A esto se añaden las malas habladurías de sus enemigos y la opresión de los malvados.
Lo que más anhela en su corazón es un refugio, descansar en los brazos de Dios de la tempestad de la vida. La amenaza más grande que atenta contra nuestra vida o la herida más grande que podríamos tener, es insignificante para Dios. El mundo en el que vivimos no podrá darnos verdero reposo, porque solo estaremos seguros en los brazos del Padre.
Aquel que pone su esperanza en el hombre, será defraudado; pero esto no sucede con el que pone su esperanza en Dios. David confiesa que sus amigos más cercanos le han traicionado y se han rebelado contra él, pese a haber tenido comunión y una relación muy cercana con ellos. Es por ello que su traición fue tan inesperada como chocante. Nos sentimos muy heridos y desanimados, cuando las personas en quienes confiamos nos traicionan y nos atacan con violencia.
Más que la persecución de los enemigos, la traición de los amigos causa mayor dolor en nuestra vida, porque destruye el amor y la confianza que sentimos hacia ellos. El hombre no es digno de confiar. La sabiduría está en encomendar a Dios la causa, pues Él juzgará con justicia. Por esta razón, nosotros no necesitamos tomar la justicia con nuestras manos y vengarnos.
Todos tenemos un momento oscuro en la vida como la que vivió David, quien tuvo que huir de Jerusalén a causa de la traición de su amigo e hijo. La mayoría de las veces, cuando atravesamos alguna aflicción, le echamos la culpa a los demás o a la situación. Además, tendemos a huir para no enfrentarnos al problema.
Sin embargo, David le clama a Dios en la ocasión más dolorosa, confesándole sus sentimientos con sinceridad y pidiéndole socorro. Así, en vez de intentar vengarse por su propia cuenta, nos muestra su fe al dejar la justicia en manos de Dios. Justamente, dejarlo todo en Sus manos es tener fe y sabiduría. ”Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19
Fe es dejar todo en manos del del Dios de la justicia, cuando nuestros amigos nos traicionan. Dios, responde a nuestras súplicas Dios les guarde.