“Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”.
Filipenses 1:6.
Los siervos contemporáneos a Pablo tenían el mismo estatus social que los esclavos. Con todo, Pablo se presenta como siervo de Jesucristo, gloriándose de su identidad (Flp. 1:1). Cada vez que se acuerda de los santos de Filipos, Pablo le da gracias a Dios y ora por ellos con gozo, ya que han participado del evangelio desde el primer día de su conversión. Han apoyado económicamente al apóstol mientras estuvo en la cárcel y también en la defensa y confirmación del evangelio. Inmediatamente después de oír el evangelio, todos los filipenses han participado del ministerio del apóstol con pasión.
Pablo alaba a Dios porque Él ha sido fiel para perfeccionar la buena obra que ha comenzado en ellos (v. 6). Lo que nos distingue de las personas del mundo es la participación del evangelio.
Después de confesar que ama a los santos en Filipos con el entrañable amor de Jesucristo (Flp. 1:8), Pablo intercede por ellos en tres cosas:
1. Porque su amor abunde aún más en el conocimiento y en toda comprensión (Flp. 1:9). Un amor sin conocimiento ni comprensión puede terminar en prejuicio y obstinación.
2. Pide que ellos puedan tener discernimiento para aprobar lo mejor (Flp 1:10). Necesitamos discernimiento para entender lo que es bueno y agradable a Dios (Ro. 12:2). Sin discernimiento, podemos ser engañados por el diablo.
3. Ora para que sean llenos de frutos de justicia por medio de Jesucristo (Flp. 1:11). Sin el fruto de justicia, no podremos impactar al mundo.
La oración con amor es el servicio más grande que podemos brindar al prójimo.
Pablo se presenta como ”siervo de Jesucristo” y es desde esta posición de siervo humilde que envía esta carta de alegría a los fieles de Filipos. Este gozo es la verdadera alegría que se disfruta en el evangelio, a pesar del encarcelamiento y la incertidumbre. Dios ya inició la obra de salvación en el fiel que conoce el evangelio y Él nos asegura que no se detendrá hasta cumplir Su propósito.
Esta promesa nos permite vivir con seguridad, gracias a la fe, anhelando el reino de Dios en medio de la aflicción. De esta manera, el fiel que cuente con el gozo del evangelio y busque cada día los frutos del amor y de la justicia, será un olor fragante de alabanza y gloria ante Dios.
La fe verdadera anhela la obra de Dios aun en medio de la aflicción y el reto de no renunciar al camino de la fe. Dios les guarde.