“La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de lo cual no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte”.
2 Corintios 7:10.
Una reprensión hecha con amor puede doler por un tiempo pero, a la larga, es necesaria. La carta que Pablo mandó a los santos de Corinto fue de reprensión.
Se lamentó de haberles contristado, pero los reprendía con amor, para restaurar y transformar la relación, sin dar lugar a la condenación. Los corintios se sintieron contristados brevemente por la reprensión, pero alcanzaron el arrepentimiento para salvación. Cuando somos contristados por la voluntad de Dios, dejamos que la Palabra revele nuestras debilidades para arrepentirnos y entender cuáles son las relaciones que debemos interrumpir y cuáles necesitamos restaurar, esforzándonos más para el Señor, para crecimiento y transformación de nuestra vida. La tristeza según Dios despierta nuestro espíritu y nos lleva al camino correcto.
Las expectativas son un motor que transforma relaciones. Pablo escribió la carta a los santos de Corinto para buscar de ellos arrepentimiento y restauración; y se consuela al ver de ellos una respuesta adecuada. Tito siente mayor amor por los corintios al ver su humilde obediencia. Pablo se gloría de los cambios producidos en la iglesia de Corinto, por su obediencia y también por su desobediencia, pues nunca perdió el amor y la esperanza en ellos.
Pablo se regocija al ver que su confianza en los corintios se ve restaurada; sin esto, sería difícil esperar frutos ministeriales. Debemos reprender severamente los pecados, pero también es necesario volver a recibir y confiar en aquellos que se arrepienten de corazón.
Cuando los hijos cometen errores, los padres los disciplinan con amor, ya que es la manera de guiarlos por el camino correcto. Del mismo modo, Pablo como padre espiritual, envía una carta regañando a los fieles de Corinto con amor y certeza sobre la verdad. Si bien, la reacción de estos al principio fue de tristeza, al final se arrepienten. La tristeza que es según Dios, nos hace reflexionar sobre nosotros mismos, a través de la sagrada Palabra.
Lo que mayor tristeza causa a los predicadores es que los fieles se aparten del camino de la fe; y lo que mayor felicidad trae es que estos permanezcan firmes. Cuando reaccionamos a los regaños de amor de Dios, damos frutos de transformación y madurez.
La tristeza del mundo produce muerte; y la tristeza que es según Dios nos lleva hacia el camino de la vida. Dios les guarde.
