Edicion octubre 8, 2024

¿Un Consejo de Estado masculinizado?

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Columnista – Fabrina Acosta Contreras

Hace unas semanas leí la noticia sobre 4 vacantes del Consejo de Estado para proveer los cargos de magistrados en las Secciones Primera, Segunda, Tercera y Quinta; posteriormente se publicaron las listas de candidatos y candidatas, cada una de dichas listas estaba conformada por 10 abogados y abogadas que remplazarían a 4 magistrados salientes. De los 40 candidatos, 26 eran hombres y 14 mujeres.

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Con esta cifra dije, seguramente quedaran hombres y mujeres, no lo dudé porque leí varios nombres de mujeres con una hoja de vida excelsa y merecedora del cargo, justo en la lista de la sección quinta estaba el nombre de una abogada guajira Idayris Yolima Carrillo Pérez, quien ha tenido un recorrido y un trabajo notable en temas electorales, de género y en general jurídicos, con los cuales, ha sobresalido en sus diferentes cargos, incluso como académica y panelista en diferentes partes del mundo, si esa era la hoja de vida de ella, a quien conozco, pues no había duda de que las 14 mujeres que quedaron en la lista de candidatas tenían todos los méritos para llegar a ser magistradas.

Sin embargo, el resultado de la convocatoria fue la selección de 4 hombres, sin la presencia de ninguna mujer, pregunta: ¿De 14 profesionales mujeres ninguna con el mérito para ser elegida? Lo dudo, insisto que lo dudo. No representa esto que como feminista pretenda que a las mujeres se le regalen procesos, es que de 40 personas seleccionadas quedaron exclusivamente hombres en las 4 vacantes, queda difícil pensar que no tenían las capacidades, siguen siendo las instituciones un epicentro de poderes concentrados en la masculinización; las mujeres no pueden seguir siendo rellenos, cuotas o excusas para decir que hubo “equidad” cuando al final sus capacidades no son valoradas o reconocidas.

El ejemplo que usé de la hoja de vida que conozco, me permite afirmar que de las 14 mujeres sin ninguna duda había méritos para ser elegidas; la justicia, la economía, la política en Colombia necesita de las mujeres, de sus visiones, estilos, ética y liderazgo; le hace falta al país que los cargos de poder tengan realmente equidad e igualdad de derechos, llamemos esto paridad, universalidad o alternancia, se necesita y no como cumplimiento de un mandato, sino como una nueva cultura incluyente y desprovista de estereotipos de género.

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No podemos seguir en narrativas de cuotas femeninas, porque las mujeres no somos cuotas y no podemos seguir en la (eterna) lucha reivindicadora de los derechos sino que merecemos trascender al goce pleno de los mismos, no queremos nada regalado, nos hemos preparado académica, laboral, psicológica y hasta espiritualmente para asumir grandes desafíos  y cargos de poder.

En este sentido, es pertinente repensar los procesos “meritocráticos”, dado que estos no pueden verse afectados por una masculinización de roles y están llamados a abrirse a nuevas realidades de equidad genuina. Esta reflexión la hago porque ya basta de silencios, hay que desnormalizar la exclusión de las mujeres, es una obligación si queremos seguir construyendo un mundo sin desigualdades basadas en género.

Al Consejo de Estado y a muchas instituciones le hacen falta más mujeres comprometidas con el género y la transformación social, no hablo de mujeres que solo lleguen a ser el cumplimiento de cuotas, sino de aquellas que han hecho consciencia de su poder femenino y reconocen que el impacto de sus acciones pueden abrir puertas a otras generaciones y aportar contundentemente a la transición del machismo a la pluralidad incluyente, equitativa y respetuosa de las diferencias.

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