La presencia de pensamientos confusos, tristeza, cambios bruscos de humor, falta de energía, preocupación y rabia excesiva pueden ser señales de trastornos de salud mental
Antes de la pandemia del COVID-19, casi mil millones de personas ya sufrían de alguna enfermedad de salud mental diagnosticable, sin embargo, a raíz de su aparición, los trastornos aumentaron exponencialmente. En el primer año de la pandemia, los índices de ansiedad y depresión crecieron un 25 %, según un informe científico publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
De igual manera, este organismo afirma que la estigmatización, la discriminación y la violación de los derechos humanos de las personas con trastornos mentales, están muy extendidas en la sociedad y en los sistemas de atención de todo el mundo. En 20 países todavía se penalizan los intentos de suicidio, por ejemplo, lo que hace más necesario el fortalecimiento de la difusión, sensibilización y educación en temas de salud mental.
Al respecto, la docente de la Facultad de Ciencias de la Educación de Uniguajira Emilce Sánchez Castellón, acentuó sobre la necesidad de orientación que manifiestan los jóvenes debido a los altos índices de casos e ideación de suicidios.
De forma específica explicó que los hallazgos del proyecto auspiciado por Minciencias mediante la Convocatoria 896 de 2021 y titulado Promoción e intervención psicoeducativa digital, con enfoque intercultural para incidir en riesgos y protectores en Salud Mental producidos o potenciados por la pandemia en jóvenes escolarizados del Magdalena y La Guajira, revela que existen varios factores riesgos que requieren atención integral y completa, que incluya el diagnóstico, tratamiento, rehabilitación y los servicios especializados en salud mental.
“La mayoría de las causas de esta problemática están asociadas a violencia social e intrafamiliar, desintegración familiar, trastornos afectivos, alimenticios, búsqueda de identidad, separación cultural, estrés, consumo de alcohol, sustancias psicoactivas, desempleo, grupos armados y migraciones”, puntualizó.
Con relación a esto, la Universidad de La Guajira avanza en esta investigación y en el desarrollo de acciones en beneficio del bienestar emocional y psicológico de toda la comunidad universitaria y en especial de los jóvenes de la región. “Desde la academia se trabaja con muchos programas y proyectos que buscan prevenir situaciones que afecten el desenvolvimiento estudiantil y contribuyan a que los alumnos puedan salir adelante frente a los casos que originan daños en su proceso de aprendizaje”, aseguró Cynthia Marcela Martínez Redondo, psicóloga organizacional del área del Desarrollo Humano de la Oficina de Bienestar Social Universitario de la Alma Máter.
Por su parte, Félix Alberto Cogollo Bermúdez, psicólogo clínico y profesor de las universidades de La Guajira y Antonio Nariño, insistió en la relevancia de un buen estado de salud mental debido a la crisis y hechos postraumáticos como la pérdida de familiares generados por la pandemia, que en consecuencia, ha traído un alto índice en las diferentes psicopatologías.
La OMS reitera que la prevalencia de las enfermedades mentales es más alta de lo que se cree, afectan a una de cada ocho personas en todo el mundo. Estos trastornos pueden ser desencadenados por diversos factores a lo largo de la vida: biológicos, genéticos, geopolíticos, ambientales y sociales. La presencia de pensamientos confusos, tristeza, cambios bruscos de humor, preocupación excesiva, falta de energía, pensamientos intrusivos y exceso de rabia pueden ser señales de trastornos de salud mental.
Entretanto, Rebeca Yanet Curiel Gómez, doctorante en Psicología y docente adscrita a la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas del claustro guajiro, enfatizó en el papel que juega el núcleo familiar ante este problema y argumentó que “es ese espacio vital y protector donde todos los miembros de manera sinérgica deben producir lazos fuertes para contrarrestar o enfrentar cualquier situación que se presente. Cuando existe alguna disfuncionalidad como la violencia o una comunicación deficiente, es más probable cualquier desequilibrio mental en el ser humano”.
La académica igualmente advirtió sobre la importancia de reflexionar sobre el impacto de las enfermedades mentales en nuestra sociedad y cómo se relacionan con el entorno y el estilo de vida que llevamos. “Muchas de estas afectaciones mentales vienen desde el seno del hogar, algunos ignorados por los padres, otros atendidos, pero al igual muchos de ellos terminan en suicidio por la carencia de información al momento”, anotó y adicionalmente reconoció que el sedentarismo puede desempeñar un papel significativo en deterioro de la salud mental, lo que reafirma la necesidad de promover un estilo de vida equilibrado y activo.
En definitiva, la salud mental es un tema que requiere atención especial y acción conjunta entre la sociedad, profesionales de la salud, instituciones, gobierno y por supuesto de las familias, quienes desempeñan un papel activo en el cuidado y prevención de estas afecciones, fomentando la comunicación, el apoyo emocional y la prevención de situaciones disfuncionales.