Hechos recientes en materia informática a nivel internacional, con la aparición de herramientas como ChatGPT o Bard (lanzada recientemente por Google), han elevado las miradas al uso de una tecnología que empezó a gestarse en el año 1956 y que, durante este tiempo, ha experimentado avances significativos hasta el día de hoy que alcanza un nuevo hito y se expande rápidamente por las diferentes áreas del conocimiento. Se trata de la IA Inteligencia Artificial o AI (artificial intelligence) por sus siglas en inglés, que, definida en términos tecnológicos, no es más que la capacidad de una máquina o sistema informático para imitar, simular y realizar tareas que requieren de la inteligencia humana.
Seguramente, interactúas hace algún tiempo con esta, y sin conocerla muy a fondo, debes saber que cuando tu smartphone te muestra su pantalla de bloqueo y este reconoce tu rostro, haces uso de ella. A su vez, los filtros usados en las aplicaciones, como Instagram y TikTok, utilizan como base la inteligencia artificial, a través de la cámara de tu teléfono, para la identificación de elementos como el rostro, los ojos, la boca y puntos de referencia que permiten que nuestros cuerpos se ajusten al contenido deseado. No olvides los asistentes virtuales como Siri de Apple o el Asistente de Google que interactúa reconociendo y procesando comandos de voz para responder preguntas y brindar la información que solicitas. Incluso las recomendaciones que nos proveen las plataformas de streaming, como Netflix y Spotify, utilizan la IA para analizar nuestras preferencias y ofrecernos recomendaciones personalizadas.
El objetivo de estas tecnologías parte de la necesidad de realizar tareas complejas de forma autónoma, de manera que tomen decisiones que antiguamente se tomarían con habilidades propias del cerebro humano, y es ahí cuando, interdisciplinariamente, se está buscando la manera de explotar todo su potencial para crear sistemas capaces de pensar, aprender, razonar y decidir de forma similar a un humano.
Por otro lado, cabe destacar que, si bien la IA tiene el potencial de automatizar ciertas tareas y procesos, no reemplaza directamente las labores realizadas por los humanos en su totalidad. Esto hace referencia al “miedo” generalizado por parte de algunos sectores, los cuales resaltan que la implementación de la inteligencia artificial puede generar una crisis laboral. En lugar de ello, debemos centrar las miradas en que la IA tiene la capacidad de potenciar y complementar el trabajo humano de manera más eficiente, ayudándonos en procesos repetitivos o tediosos y brindando asistencia en la toma de decisiones basadas en datos. Si bien la adopción de esta puede generar impactos en el mercado laboral, es momento de pensar en la adaptación por parte de los trabajadores y, sobre todo, la generación de nuevas oportunidades de empleo que promuevan la evolución de estos sistemas, resaltando el uso ético y responsable de ella.
En definitiva, es nuestro deber y a su vez una invitación, desde las diferentes áreas del conocimiento, al desarrollo, implementación e investigación del uso de la inteligencia artificial de manera responsable para el beneficio, tanto general como personal, en nuestra sociedad. Podrás estar aprovechando la IA para cumplir los objetivos laborales de la semana de manera más rápida y eficiente, desarrollar una investigación más detallada y clara sobre un tema en específico y, ¿por qué no?, planear tu próximo escape de vacaciones en tan solo unos minutos, con 40 % menos presupuesto del que normalmente usas, como lo hizo viral una usuaria de la plataforma TikTok en días anteriores.