Edicion octubre 6, 2024

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Columnista - Marga Lucena Palacio Brugés
Columnista – Marga Lucena Palacio Brugés

La vida no es color de rosa, nos lo advierten desde pequeños, para que el sufrimiento no nos coja por sorpresa y aprendamos a lidiar con ello.

Estos días pasados de pasión y muerte, de Él, el Rey de reyes, donde su imagen cargando la cruz nos habla de todo lo que padeció, nos trajo a colación al Cirineo.

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Simón de Cirene es ese personaje que, regresando del trabajo, se topa con la desdichada escena de uno desconocido que van a crucificar y los romanos lo obligan a ayudar a cargar su pesada cruz.

Imagínate tú: ¿si Jesús necesitó de un fulano para cargar su cruz con que uno, pobre mortal, no vaya a necesitar de una mano amiga para sortear las dificultades de una vida no color de rosa?, porque es que la marimonda no siempre va en coche y de larín larán no podemos vivir toda la vida.

Lo bonito del Cirineo fue ese gozo que sintió al servir a Cristo, gozo que no sintió al instante, sino camino al Calvario, y esto lo santificó, porque obras son amores y he aquí la cuestión: en el servir.

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Una pena dividida se hace pequeña y un corazón generoso lo sabe y se llena de júbilo al sentirse útil.

El servicio redime y esto nos los enseñó el hijo de Dios, en su paso por tierra.

De ínfulas o egoísmo, nanais cucas, Jesús vivió para servir y lo hizo hasta el fin de sus días y cuando lo necesitó, se dejó ayudar del cirineo y lo agradeció.

¿Cuántos cireneos nos encontramos en el camino de nuestras penas? ¿Cuántas veces somos nosotros ese mismo personaje en la vida de conocidos o extraños?

Que no se te olvide, paisano, que servir nos engrandece, porque solo el que está bajo el techo sabe dónde es que está la gotera y si te tocan tu puerta, que con tranca no la encuentren.

El buen compadre lo sabe y ayuda a su comadre en dificultad con la crianza del pelao y cuando este se convierte en un hombre hecho y derecho, qué gusto sentirse partícipe de este recorrido.

Ojalá y la imagen de Simón, el cirineo, permanezca nítida en nuestras vidas, como el buen ejemplo a imitar día tras días y así, de favor en favor, de diligencia y mandados, cimentar la cultura de servir con humildad.

Servir no significa solo una entrega material, no solo de pan vive el hombre, también lo es el saber escuchar o decir un consejo a quien lo pide o necesita, así también se divide el peso de una cruz y la carga se hace más liviana.

Esta vida va tan frenética que uno no termina de resolver un bololó cuando ya se está armando el otro; los hijos pasan de pelaítos a hombres en un momentico, las canas llegan y las calvas aparecen porque el tiempo no da espera y así, de cruz en cruz, avanzamos rumbo a nuestros sueños, con la ilusión de cumplirlos antes de que nos suenen el timbre y hay que insistir, así caigamos camino al Gólgota, levantarse y seguir, sin olvidarnos nunca que no hay gloria sin calvario.

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