Makuluntira, ‘Tierra de paz y esperanza’, una comunidad que sueña, sueña mucho, una comunidad que sueña tan grande, como el chinchorro que tienen. Y es que los sueños son un universo significativo y de mucha trascendencia para los integrantes de la cultura wayuu.
En el kilómetro 82 de la línea férrea de Cerrejón, después de la torre, cruzando a mano derecha, se encuentra Makuluntira y, como anuncia su aviso, estas 23 familias en cabeza de Laudelino Bernier, autoridad tradicional, tienen fijada en esa tierra toda su esperanza.
Esperanza de ponerle color a sus paisajes: “Hoy ha brotado el agua, tenemos la esperanza de poner esto verde porque esta tierra es muy buena, es muy bonita, en tiempo de invierno ella produce de todo, los tíos siembran ahuyama, frijol, maíz, yuca. Tenemos fijada nuestra esperanza en que, a futuro, aquí vean que esto está verde así sea verano. Darle vida a este territorio”, asegura Laudelino Bernier, autoridad tradicional de Makuluntira.
Esperanza de tener una vida digna: “Mis mayores anhelos son tener todos los servicios básicos: agua, luz y alcantarillado, yo me lo sueño así, de lo demás nosotros nos encargamos. Tener una vida digna, ese es nuestro sueño para este pedazo de tierra”, comenta Laudelino.
Esperanza de generar ingresos: “Soñamos con tener unas huertas productivas porque nuestras tierras son muy fértiles. Con esta bendición que nos ha llegado esperamos optimizar otras bendiciones como la huerta y tratar de hacerlo de manera industrial, volver al trueque, de eso vivíamos y vivían nuestro ancestros”, afirma Argenida Rosado, miembro de la comunidad.
Esperanza de conservar su cultura: “Siempre he soñado con que esto sea un parque temático en el que pongamos a los miembros de la comunidad a trabajar. El que está en la danza tenga su escuela, el que está en la artesanía tenga su herramienta y pueda comercializar aquí mismo sus productos, hacer muestras gastronómicas en las que la gente llegue, confluya y conozca más y más de nuestra cultura. Es mi sueño para que nuestras generaciones disfruten de ello y para que nuestra cultura permanezca”, afirma Argenida.
Los habitantes de esta comunidad se definen a sí mismos como gente trabajadora, personas de paz, pujantes, con ganas de salir adelante, cambiar su forma de vida y catalogan su tierra como un paraíso. Sus habitantes se despiertan cada mañana a criar y cuidar sus chivos, su fuente de ingreso, son personas que viven del pastoreo.
Makuluntira, en el marco de la sentencia T-704 de 2016, trabajó el proyecto de infraestructura para soluciones de agua en el que construyeron un pozo y compraron tanques de almacenamiento. Junto a esto, obtuvieron ganado e hicieron cerramientos de nueve hectáreas.
Los sueños son revelaciones y esta cultura es creyente de ellos desde que nace. Por eso, esta comunidad no para de soñar -dormidos y despiertos-, por medio de ellos creen adivinar y predecir el futuro y encontrar significados… como mujer wayuu, diría Argenida: “siempre tengo mis chinchorros para tejer esperanza, mientras haya chinchorros, habrá sueños”.