Edicion septiembre 20, 2024

¿Y si la respuesta es la forma en que nos comunicamos?

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¿Y si la respuesta es la forma en que nos comunicamos?

Columnista – Isacc Rafael Pérez Pinto.

En Colombia desde hace algunos años venimos percibiendo un ambiente de polarización cada vez más denso por la sobreabundancia informativa y comunicativa, muchas de las conversaciones privadas ahora son públicas y por la digitalización y democratización de la comunicación ahora cualquiera puede emitir un mensaje. Según datos del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones son cuatro los principales temas que más nos llevan a enfrentarnos: la política, el fútbol, la religión y la causa animalista.

Frente a los hechos políticos, el suceso que abrió la puerta a una polarización mucho más intensa en redes sociales de todo el país fue el proceso de paz y desde entonces la situación se ha venido agudizando. De acuerdo con la Misión de Observación Electoral (MOE), para las elecciones del 2018, el 10% de los mensajes compartidos en redes sociales fueron de intolerancia y el pico de más alto nivel de agresividad fue en la primera vuelta presidencial en la que se registraron más de 1.700.000 mensajes agresivos.

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Con los últimos hechos políticos se ha agudizado aún más el problema. La polarización no para, y los discursos se radicalizan aún más. ¿Deberíamos preocuparnos? Pienso que y mucho. De la intolerancia al odio hay un solo paso. El odio se está apoderando del discurso público siendo la raíz de la incitación, la división y un obstáculo cada vez más grande para el progreso del país.

El discurso de odio es cualquier forma de comunicación que utilice un lenguaje ofensivo o discriminatorio contra una persona o un grupo de personas, debido a su raza, religión, nacionalidad, color, ascendencia, género, orientación política u otro factor de identidad.

Lo más peligroso es que el discurso de odio tiene efectos en secuencia, se empieza por la discriminación, violencia contra símbolos, violencia física y llega incluso al genocidio. ¿Es exagerado? Pienso que No, no lo es. A mediados del siglo XX Colombia vivió la época de La Violencia como resultado del discurso de odio y sectario que nos llevó a matarnos entre liberales y conservadores. En otros países como estados unidos, el odio alimentó al Ku Klux Klan y fue el precursor de crímenes atroces como los de la Alemania Nazi, Ruanda, Bosnia y Camboya.

El discurso de odio no es un juego y no debe, de ninguna manera, ser estrategia de comunicación o mensajes políticos. La comunicación tiene un poder transformador que requiere responsabilidad cuando entra en la esfera pública. Hace unos meses fuimos testigos del enfrentamiento entre dos hashtags #DespideAUnMamerto y #NoCompreAEmpresariosUribistas ¿Esto es inofensivo? Pienso que No, es incitación a la discriminación, de hecho, de forma más frecuente se leen mensajes en los que la gente expresa que no podría ser amigo, pareja o tener relación con alguien con una posición política o ideología diferente.

¿Estamos saturados de los enfrentamientos de la conversación digital? Pensar que , es una buena noticia porque quiere decir que sabemos que algo anormal está ocurriendo. Hace unos meses en medio de una caravana que rechazaba la medida de aseguramiento contra un expresidente, un ciudadano, motivado por su intolerancia, amenazó al otro con hacer uso de su arma de fuego, debemos de para estos actos, Al odio hay que hacerle frente.

El silencio es cómplice, es una señal de indiferencia al fanatismo y a la intolerancia. A finales de 2019, la ONU lanzó una estrategia para frenar la nueva oleada de odio que está a la vuelta de la esquina y en ella recomendó cuatro cosas:

1) Combatir el discurso de odio con más discursos que le hagan frente.

2) Inculcar en la nueva generación digital el rechazo por el discurso de odio.

3) Investigar qué es lo que lo genera.

4) Entender que es responsabilidad de todos detenerlo.

Por eso mi deber como colombiano es invitarlos a poner este tema en la agenda pública, a darle la relevancia, a detenerlo. Nuestra historia se escribe sobre el enfrentamiento de bandos, hemos sido incapaces de salir de un círculo vicioso que tiene un gran porcentaje de responsabilidad en los fracasos que hemos tenido como Estado.

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