Presidentes Putin y Biden, mesura y prudencia
El mundo está hastiado de terror y sosiego, que generan las armas, indiferente de quienes, las usen, manejen y ejecuten, de manera oficial y clandestina. Ya basta perpetuar, la industria militar, que, en nada beneficia la humanidad. Por el contrario, constituyen amenazas, contra la vida de personas, originando, provocaciones y acciones, desproporcionadas criminales, que pueden prevenirse, de abusos y arbitrariedades. ¿Para qué sirven las armas? ¿Se justifican gastos e inversiones, para aniquilar y masacrar humanos? Reflexionen y valoren, derechos a la vida de la gente, que resultan víctimas, del uso de armas, muchas de ellas de manera inocente.
Los gobiernos de Estados Unidos, Rusia, China y demás, de la Organización de Naciones Unidas-ONU, deben poner fin, al peligro que generan las armas al mundo, para no jugar con candela, en prácticas, de invasiones y fraccionamientos, territoriales: regionales y locales, fundamentados, en pretensiones, intereses y caprichos personales; amparado en armas, generando ambiente, de hostilidad, tensión, zozobra y pánicos.
No es lógico, acaparar conflictos, teatrar exhibiciones, de fuerzas militar, alterando estados anímicos, aturdiendo mentes de personas, que resisten silenciosamente, predisposiciones, bárbaras y destructivas. Debe predominar la sensatez, resolviendo problemas y diferencias, de manera, respetuosas, decente y civilizada. Los errores se subsanan y perdonan, cuando se reconocen y disculpan. Las intervenciones deben direccionarse, en auxilio y apoyo humanitarios, No para participar en acciones violentas
Es rutinario originar conflictos, interceder, apoyar y financiar; a una de las partes, participando, en instigaciones bélicas. Por respetos a las personas, sin distinción alguna, antes de iniciar acción militar o guerra, debe ser objeto de consulta popular, en orden a la soberanía, que caracterizan en democracia, antes que predomine autoritarismo. ¿Cuántas vidas de jóvenes perecen, como carne de cañón, víctimas de sacrificios, por conflictos armados, generadores de muertes, heridas y trastornos, emocional y funcional mental; irreparables e inocultable? En diplomacia, es factible entenderse, dialogar, respetando diferencias, cediendo y compartiendo, acuerdos de buena fe.
Presidentes, de Estados Unidos, Joe Biden y Rusia, Vladimir Putin, es necesario, pertinente y humano, mantener: mesura y cordura, en guerras, que comprometen, a otras naciones, por afinidades y negocios, viéndose obligados, a participar en intervenciones forzosas.
Remembren, copien e imiten, ejemplos de expresidentes, galardonado con premios Nobel de paz, Mijaíl Gorbachov de Rusia y Jime Carter, de EE. UU, prevaleciendo para ellos, respeto, cordialidad y armonía, en soluciones de problemas.
Los imperios económicos, deben ser garantes de paz, antes que impulsar, participar y atizar, amenazas militares. Las guerras no deben seguir derivando, de fuentes económicas, como el petróleos, comercios y productos naturales. Ni mucho menos, para invadir e imponer, dominio territorial, ejerciendo: persecuciones, represiones, piratería, explotaciones de recursos económicos, saqueos y endeudamiento. Las naciones deben gozar de libre auto determinación, no intervención y autonomía soberana, para que no persistan rutinariamente, asaltos armados y ni lluvias de proyectiles. Es menester formalizar acuerdos, que prevengan y resuelvan conflictos, internos y externos.
La guerra como negocio inhumano, es una perversidad repugnante. Expone en graves peligros, a militares y civiles, víctimas de criterios personales, de quienes, se divierten, con sangre, muerte y dolor; percibiendo, ingresos y dividendos, que se originan y reciben, entre: productores, gestores, promotores, corredores, comercializadores de armas y financiadores; de disputas armadas.
La humanidad no debe seguir pasiva, sumisa y omisa, frente a operaciones armadas, titiritando del miedo, que origina el terror-horror-dolor. Ni mucho menos, dejar las determinaciones de guerras, al arbitrio y potestad, de forma, autónoma y exclusiva, de presidentes o mandatarios, con las cúpulas militares. Los ciudadanos y personas del común, en calidad de incluyentes obligado, contra la voluntad, ser víctimas, de desatinos, les asisten derechos naturales, de pronunciarse: consintiendo, reprochando, disintiendo o rechazando, operaciones bélicas.
Las iglesias, sin distingo de religiones, con plegarias, homilía, sermones y oraciones, deben pronunciarse, en contra de luchas armados, nacionales e internacionales. No se puede continuar en solo expectativas, de observador y fanático, en favor y en contra, de cualquiera del parte, que juegan a ganar y perder. Prever antes, que lamentar, tragedias y desgracias, debe ser la consigna, de solidaridad humana mundial, para enfrentar, gobiernos: absolutos, prepotentes, tiranos y dictatorial.
Ucrania ha sido bombardeada por Rusia, manteniendo hostilidad militar de acorralamiento, con tendencia a invasión, en la nación vecina, socia del ex bloque soviético socialista, liberada del modelo socialista e independizada, del gobierno ruso. Sur América, en especial Colombia, ha vivido momentos de tensión, por rumores, en el gobierno de Donald Trump, que amenazaba invadir a Venezuela, respondiendo, con advertencias, Rusia, China e Irán, enfriando intenciones.
No se puede seguir en el vaivén y cacerías, de pleitos, disputas militares y confrontaciones armadas. No hay razón que justifiquen perpetuar la industria militar, cuando más bien deben de mutuos acuerdos en la ONU, desmontarse y desactivarse, gradualmente, para vivir en paz.