La música con la que nadie se suicida
Hombre de estirpe sinuano como yo no puedo contener un grito de alegría cuando escucho esa música instrumental bulliciosa que es el Porro*, tocada a la perfección por las bandas musicales de Córdoba, Sucre y parte de Bolívar, compuestas por músicos empíricos o de puro oído que al grito de un “guapirreo” estremecedor animan el espíritu del hombre sabanero. Tan fiestero es el porro que nos despierta el ánimo y provoca un deseo arrebatador de bailar y de beber por lo que alguien dijo que el porro “es la única música con la que nadie se suicida” y tenía razón, a quien se le puede ocurrir pegarse un tiro a lo mero macho en medio del éxtasis de un porro musical.
La Ranchera deprime el alma porque sus canciones generalmente son narraciones trágicas de amores y traiciones, duelos entre hombres por el amor de una mujer que terminan con un muerto de un balazo, algo propio de la cultura machista mexicana. Si se trata del bolero ranchera, cuyo máximo exponente fue Javier Solís, sus letras están relacionadas con la muerte y el desamor: “las Rejas no matan”, “cuatro sirios” y “si Dios me quita la vida” son apenas tres de sus canciones que pueden conducir a un estado de ánimo proclive al suicidio.
El Tango es una música melancólica que evoca los arrabales del viejo Buenos Aires y nos sumerge en ese mundo sombrío de los burdeles a media luz, llenos de humo y olor a café donde una bella mujer danza al ritmo sensual de un bandoneón y piano, creando un estado patético que incita al suicidio.
Y ni qué decir de nuestra creación criolla, la música de despecho de la que Darío Gómez – el rey del despecho – es su principal exponente; son canciones que huelen a cantina y aguardiente en las que se refugian las almas en pena para desahogarse por la pérdida de un amor o una desilusión que llevan al estado de ánimo perfecto para el suicidio.
Y si seguimos buscando géneros musicales para compararlos con la alegría del porro encontramos que la balada, la bachata, la salsa inclusive y hasta el vallenato tienen facetas de tragicomedia que se relacionan con la tristeza, el desamor, la traición (cachos) y finalmente la muerte, ingredientes que adoban la melancolía necesaria para pensar en el suicidio.
Pero el Porro es otra vaina compa. Si no me crees te invito a que cuando te sientas triste pon a sonar un porro y veras la reacción de tu cuerpo, lo que te da es más ganas de vivir y de gozar la vida, porque el porro se acompaña tomando ron y bailando fandango con una buena pareja hasta que el cuerpo aguante, y con esa alegría te aseguro que no te vas a morir ya que es tan sabrosa esta música que nadie que escuche o baile un porro piense en quitarse la vida.
Sin la música de porro no existirían la “corralejas” o corridas de toro, expresión complementaria del alma alegre y fiestera del hombre sabanero. Van de la mano el fandango y la corraleja pues terminada la tarde de toros la gente se reúne por la noche alrededor de una tarima a bailar fandango hasta que el doctor Solano (el Sol), como coloquialmente se dice en el Sinú, “habrá las puertas de su consultorio” o sea hasta cuando amanezca.
El Porro representa lo más auténtico de nuestra cultura, costumbres y tradiciones sabaneras del viejo Bolívar grande que nos identifica como hombres de espíritu alegre y fandanguero donde quiera que llegamos, es nuestra esencia musical y hace sentirnos orgullosos de nuestra raza y cultura sabanera. * Aclaro que Porro es un ritmo musical y no marihuana.